Cultura

Miradas al tejido social latinoamericano y sus historias

Un acercamiento a la película argentina Belén (2025) —escogida para la inauguración de la edición 46 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano— y a otros filmes que se exhiben entre los días 4 y 14 de diciembre, en La Habana, Cuba

De Argentina, el filme Belén (2025) de Dolores Fonzi, propone una historia de reivindicación social sobre la problemática de legalizar el aborto en un contexto marcado por la exclusión de los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo; es un drama potente sobre las luchas feministas en una sociedad que las relega a los dictados de un patriarcalismo asfixiante y monstruoso. Basada en hechos reales, el filme de Fonzi propone una relectura sobre la maternidad que aspira a liberarse del enclaustro jurídico, de la maternidad que aspira a su propio derecho de decidir desde la expresión de un cuerpo que no reconozca ataduras.

Siete años después de su anterior película (Las hijas del fuego, 2018), Albertina Carri vuelve por los derroteros de un tipo de cine inquietante, cuyo mestizaje estético vale la pena atender. Con ¡Caigan las rosas blancas! (2025), encuentro un paralelismo narrativo con su filme precedente mientras su nueva historia se adentra, con particular interés, esta vez, en los terrenos de la ficción y el documental, la mixtura entre el cine de género y la expresión política. No es posible el análisis a esta película sin tener en cuenta lo planteado en su cinta anterior. Personajes vinculados al mundo del cine, todas mujeres –una de ellas como directora, tal vez un guiño interesante a la personalidad de la propia Carri–, en esta ocasión unidas, emprenden un viaje desde Buenos Aires rumbo a la región de Misiones. El tema de la pornografía como estrategia de un discurso que plantea reflexiones políticas rescata lo más interesante del filme.

De Bolivia, La hija cóndor (2025), de Álvaro Olmos, nos entrega la historia de Clara, la adolescente de una comunidad indígena en los Andes. Entre el muestrario de las tradiciones y su preservación desde la transmisión oral, y la ruptura de los cánones conservadores de las culturas originarias, el filme de Olmos se adentra en las psicologías de las nuevas generaciones que prefieren correr tras sus apetencias personales, a contracorriente de la experiencia cultural asentada y asimilada por las comunidades ancestrales. Entre la modernidad y las psicologías que apuestan por un cambio, el dilema del filme resulta una metáfora efectiva sobre las complejidades de una sociedad en constante transformación, de los rizomas que tensan las relaciones sociales en contextos rurales y urbanos.

La filmografía brasilera aparece representada por dos películas de realizadores muy consagrados. La primera, O agente secreto (El agente secreto, 2025, de Kléber Mendoça Filho), es un neo-noir ubicado en el período de la dictadura militar en 1977. El profesor Marcelo huye a Recife con el propósito de recomenzar allí una nueva vida con la esperanza de encontrarse con su hijo. Sin embargo, la ciudad baiana está lejos de ser el sitio ideal a sus propósitos: perseguido por las fuerzas castrenses, Marcelo deberá esquivar las amenazas de muerte. Un filme de interés por su dinámica vibrante, sus apetencias muy bien logradas de thriller coral con personajes marcados por su fortaleza psicológica y la intencionalidad, a cada rato marcada, de traer al espectador las vivencias de un pasado crudo y angustioso del Brasil de finales de los años setenta.

El segundo filme, O último azul (El sendero azul, de Gabriel Mascaro, 2025), es una road movie que celebra el ocaso de la vida con virtuosismo visual, a veces cercano al realismo mágico, mientras seguimos la historia de Tereza, una anciana que se rebela contra la exclusión gubernamental y prefiere salir a la aventura para cumplir sus sueños de libertad y de vida. Como historia, la nueva propuesta de Mascaró funciona como epítome de la redención social, de las apetencias de sectores marginados por el etarismo en una sociedad donde estos cuerpos sociales son reflejos del descarte.

En tanto, la chilena Cuerpo celeste (2025), de Nayra Illic, nos inserta en el contexto de la transición democrática de su país en pleno 1990, desde la perspectiva dramática de una adolescente, Celeste, que enfrenta un trágico suceso con su madre después de un encuentro familiar en nochevieja. El regreso de la joven a su pueblo natal, poco después de estos acontecimientos, intenta ser un bálsamo a la profunda depresión causada por el trauma familiar. Ese reencuentro, sin embargo, le provoca nuevos descubrimientos y desasosiegos, la comprensión de que todo en la vida allí ha seguido su curso y debe, por consiguiente, adaptarse a los nuevos cambios.

De Colombia, Un poeta (2025), de Simón Mesa es una historia sobre frustraciones y supervivencias al margen, un drama de la personalidad resiliente que encuentra la oportunidad de transmitir su experiencia como una forma de vida. Con tintes de tragicomedia, marcando el énfasis temático en torno a la precariedad artística y la frustración de su personaje protagónico, el filme de Mesa trae a colación algunos aspectos interesantes: actuaciones notorias de sus protagonistas, de ahí la particularidad de que todo cuanto tenga de emocional pueda navegar con suerte en esta película; el sello satírico para adentrarse en el mundo del arte y la literatura, mientras visibiliza una crítica social aguda en torno a las desigualdades y falencias de ciertos sectores de la intelectualidad. El ritmo, a veces demorado de la trama, puede perdonarse mientras se alternan drama y comedia para tornar la historia atendible, entretenida y de calado narrativo.

Cuba estará representada por las muy esperadas Chérri (2025), de Fabián Suárez, y Neurótica anónima (2025), de Jorge Perugorría. Ambos filmes tienen en común la mirada psicológica a personajes marginados por sus condiciones, preferencias y aptitudes sociales. Dramas que entrelazan la crudeza del diarismo y sus repercusiones en las psicologías individuales, las apetencias frustradas y los estándares permisibles que impone la supervivencia social, con sus problemáticas de circunstancias.

De Ecuador, Hiedra (2025), de Ana Cristina Barragán, resulta un cuadro llamativo sobre el escrutinio psicosocial al universo juvenil desde la perspectiva de una mujer que parece enclaustrada en su pasado. El trauma de una vivencia lejana obliga a Azucena a la búsqueda de respuestas en su entorno. Tal vez Julio, el adolescente de 17 años que convive con sus congéneres en un orfanato, sea el pretexto que sirva a ella de psicología espejeada, de resorte para redescubrir en él la naturaleza de sus sentimientos, temores y deseos más ocultos. El espectador crítico puede encontrar en este filme una interesante inmersión en la naturaleza humana y en las posibilidades que el amor encuentra para revitalizarse, no importa que ello conlleve a reflexionar sobre los vacíos existenciales, la culpa de la herida no sanada, sobre la necesidad de fortalecer el amor propio y mirar al futuro con esperanza.

De México, la nueva propuesta del reconocido realizador David Pablos, En el camino (2025), participa de las historias de camino que sondea los terrenos de las masculinidades emergentes, bajo una lupa incisiva, sin tapujos, que alcanza el escrutinio de las relaciones sexuales inclusive. El filme de Pablos es una propuesta atendible, en un elevado nivel del sentido artístico cinematográfico, que certifica de qué forma es posible la emergencia del amor en un contexto hostil, así como establece maneras de agigantarse en terrenos escasamente fértiles para su supervivencia. Entre las sinuosas expresiones de masculinidades opuestas, una de ellas agobiada por los traumas pasados, el relato es una expresión dramática de las complejidades del amor entre hombres, y el impacto a veces terrible que genera su apertura al mundo.

Finalmente, Bajo el mismo sol (2025), un filme con sello dominicano del español Ulises Porra, regresa con las potencialidades de historias de vida en el contexto colonial, las cuales nos hablan de la diversidad étnica y cultural que hoy forjan al Caribe insular. Un español, un haitiano y una china intentan sobrevivir ante las adversidades que objetan el propósito de estos personajes de llevar a cabo un negocio de sedería en La Española. Un retrato peculiar del periodo colonial desde la óptica de tres personajes con visos de antihéroes, con sus falencias y esplendores humanos.

(Tomado del Diario del Festival, nro. 2, 2025)

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