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Televisión Cubana: 75 años acompañando a un país

Criticar a la Televisión Cubana (TVC) se ha convertido, desde hace décadas, en un ejercicio casi habitual entre los espectadores del país. Lo hacen quienes añoran una supuesta “edad dorada”, los jóvenes más exigentes e incluso los propios profesionales del medio, conscientes del peso que implica sostener una programación pública. 

Sin embargo, esa mirada crítica no es sinónimo de ruptura, sino de vínculo y pertenencia: habla de la relación cotidiana y afectiva que varias generaciones han mantenido con la pantalla nacional, esa que sigue siendo un punto de referencia en la vida cultural cubana.

A diferencia de las grandes cadenas comerciales del mundo, la TVC no responde a la lógica del mercado, sino a la del servicio público. Su propósito ha sido, y sigue siendo, formar, acompañar y construir identidad. Esa vocación —que en ocasiones puede parecer ingenua frente al poder del entretenimiento global— constituye, en realidad, una de sus principales fortalezas. 

En un contexto donde el consumo mediático se fragmenta cada vez más, la televisión pública cubana insiste en mantener un diálogo cultural amplio, sustentado en valores colectivos y no en índices de rentabilidad.

No se puede negar, además, el esfuerzo histórico de la TVC por atender la diversidad de públicos. Dramatizados, programas infantiles, musicales, espacios informativos y cine conforman una parrilla que busca representar las múltiples realidades del país. 

Esa voluntad de diálogo con distintas edades, territorios y sensibilidades es un mérito que no debe pasar inadvertido. La televisión ha sido, durante años, el escenario donde se cruzan las voces, los acentos y las aspiraciones de la nación.

Pero los desafíos actuales son profundos. A la crisis económica —que se traduce en escasez de recursos, obsolescencia tecnológica y fuga de talentos— se suman los retos conceptuales de una era multiplataforma. Hoy la televisión compite con redes sociales, canales digitales y servicios de streaming; sin embargo, su desafío principal no es competir, sino redefinir su papel. ¿Cómo renovar los lenguajes sin perder identidad? ¿Cómo seguir formando públicos sin subestimarlos? 

Las respuestas pasan por un diálogo real con la audiencia, que la reconozca como sujeto activo y no como simple espectador.

En su aniversario 75, la Televisión Cubana tiene la oportunidad de repensarse más que celebrarse. No se trata de nostalgias, sino de mirar hacia adelante con sentido crítico y propósito cultural. 

La TVC sigue siendo una herramienta poderosa de articulación social, una plaza común donde confluyen generaciones, debates y emociones. Para preservar esa función, será imprescindible jerarquizar contenidos, fortalecer la creatividad y apostar por la inteligencia colectiva que ha sostenido sus mejores momentos. 

En tiempos difíciles, la televisión pública sigue teniendo una misión irrenunciable: acompañar a su pueblo y contribuir al proyecto de un país mejor.

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