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Celia: brújula en la tormenta y peldaño hacia el futuro

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En Media Luna, al Oriente de Cuba, nació una mujer que sería savia y semilla: Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley. Su nombre definiría su esencia.

Combatiente y madre en la insurrección, convirtió su vida en un puente entre la épica y lo cotidiano, tejido con hilos de ternura y metralla.

A los 26 años, bajo los seudónimos de Norma o Aly, ya articulaba conspiraciones en el Movimiento 26 de Julio, junto a Frank País García. Fue ella quien, con precisión de cartógrafa, diseñó la logística para el desembarco del Granma en 1956.

En la Sierra Maestra, «decirle algo a ella, era decírselo a él», afirmaban los guajiros.

Su cuarto, en la Comandancia de La Plata, era un gabinete de maravillas: lo mismo albergaba rollos de pergamino con estrategias militares, que botellas de tinta hecha con carbón; eso sí, siempre, un ramo de mariposas blancas, una flor que después se convertiría en su símbolo.

Celia fue de esas mujeres que no aceptó ser florero en un salón de sombras. Mientras los hombres discutían tácticas, ella plantó un jardín de guerrilleras: Las Marianas, demostrando que las mujeres eran torrentes, no arroyos; y que eran capaces de detonar, con su carácter, montañas de prejuicios.

Curaba heridas con hierbas, y transcribía discursos de Fidel con una letra rebelde como un huracán.

Cuando la Revolución bajó de la Sierra, Celia se convirtió en compañera imprescindible: secretaria de la Presidencia, diplomática, madre de huérfanos de guerra… En su oficina habanera, mezclaba documentos oficiales con juguetes para niños. Recibía 300 cartas diarias: «Compañera Celia, no tengo zapatos para mi hijo»; «Celia, mi esposo desapareció en Girón».

De ella, Fidel dijo: «Era la calidad humana, la preocupación por la gente. En la guerra y después, nunca olvidó a nadie: era la madrina de todos los viejos guerrilleros». «La guerra es también memoria», decía ella.

Hoy, a 105 años de aquel alumbramiento, Celia no es pasado. Su nombre, cual estandarte de las nuevas generaciones, sigue siendo brújula en la tormenta y peldaño hacia el futuro.

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