Cultura

Getting Funky in Havana 2024

Darle vida a una ciudad cada día más apagada, si comparamos el contexto en el que se desarrolló la primera edición

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Diferentes géneros confluyendo en un mismo escenario: funk, timba, jazz, rap, rumba y trap; con un solo objetivo: hacer crecer la música cubana / En la foto, por orden de aparición: La Real y la Reyna, Eme Alfonso, Brenda Navarrete, Pedrito Martínez y Wampi. (Lissey del Monte/Cubahora) (Lissey del Monte Valdés / Cubahora)

Si nos trasladamos hacia el año 2020, enseguida pensamos en la pandemia y los efectos provocados por la Covid 19. Pero justo dos meses antes de que empezara todo, La Habana fue testigo y protagonista de uno de los eventos de intercambio cultural más importantes de la historia contemporánea de la música cubana.

Se trata del Getting Funky in Havana, iniciativa de Erick Alejandro Rodíguez, o como todos lo conocemos, Cimafunk, luego de haber confluido en la ciudad de New Orleans con artistas reconocidos del funk. Del 14 al 17 de enero, en el marco del 35 Festival Internacional Jazz Plaza, gracias al patrocinio de Cuba Educational Travel y la Fundación Trombone Shorty, y el apoyo de la Fundación Gia Maione Prima y el grupo Horns to Havana, a Cuba llegaron agrupaciones de la talla de The Soul Rebels,Tank and the Bangas,Trombone Shorty, Anders Osborne y el Big Chief Monk Boudreaux

Cuatro años después, cargando casi con los mismos problemas políticos con Estados Unidos que en aquel momento, llegaron nuevamente parte de estos músicos y otras grandes estrellas del funk, directamente de la ciudad de Louis Amstrong. Esta vez: Trombone Shorty y la Academia, PJ Morton, Tarriona “Tank” Ball, Mannie Fresh, Julian Gosin, Deezle, Big Freedia, Big Chief Juan Pardo, Anjelika “Jelly” Joseph, Pete Murano, Ivan Neville, Keyon Harrold, Nik West; acompañados de los cubanos Pedrito Martínez, Yissy García, X Alfonso, Wampi, Eme Alfonso, Samuel Sandoval, Rolando Luna, La Reyna y La Real, Julito Padrón, Brenda Navarrete, Juan Carlos Marin, Alain Pérez, Luis Barbería, Los Datway, Van Van y Los Muñequitos de Matanza.

Getting Funky in Havana volvió a darle vida a una ciudad cada día más apagada, si comparamos el contexto en el que se desarrolló la primera edición. Estudio 50, Fábrica de Arte Cubano, Club 500 y el Anfiteatro de La Habana, fueron los espacios escogidos en esta ocasión para que el público cubano disfrutara de una experiencia única. Y así, lo fue. Las imágenes lo confirman.

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Pie de foto: Estudio 50 fue el sitio donde empezó la jornada funky / Lissey del Monte

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Pie de foto: Los bailarines de Los Muñequitos de Matanzas subiendo las energías del lugar / Lissey del Monte

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Pie de foto: El público disfrutó con fervor la hora de espectáculo de Los Muñequitos de Matanzas, conjunto rumbero cubano de la ciudad de Matanzas, que celebra este año su 72 aniversario / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: Justo al terminar los Muñequitos, apareció en escena Trombone Shorty Academy, haciendo gala de todo el conocimiento y la preparación que poseen para crear este tipo de jelengue en el ambiente. Acompañados del grupo de baile “Los Datway”, fueron el punto de giro de la noche / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: Los Datway, con una coreografía compuesta por varias canciones del momento tanto de pop, como de reguetón y hip hop, subieron aún más los niveles de serotonina  / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: Horas esperando para la noche más especial de todas, donde muchos de los que estuvimos hace algunos años disfrutando de este mismo encuentro, tendríamos la oportunidad de volver a presenciar un mega concierto donde la conexión espiritual, la música cubana y la unión de dos culturales con mucha historia en común, fueron las protagonistas / En la foto: Big  Freedia interpretando “Jin in my Sister” / Lissey del Monte

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Pie de foto: Big Chief Juan Pardo, con sus accesorios típicos de la herencia nativa norteamericana, e Ivan Neville, junto a Pete Murano, Keyon Harrold, Julian Gosin, Pedrito Martínes, Yissy García y Samuel Sandoval, interpretando “Hey Pocky Way” / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: Los fans a Tarriona “Tank” Ball, al ritmo de “It’s Love”, pudimos verla en escena una vez más. Brillante, pasiva, pero con una voz desgarradora, sorprendió al público que por primera ocasión la presenciaba / Lissey del Monte

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Pie de foto: Keyton Harrold, trompetista, vocalista, compositor y productor de jazz estadounidense / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: La imagen de nosotros: todos esperando por el momento. Wampi, cantante de reguetón, o mejor dicho, de reparto, se une por primera vez en el escenario a grandes figuras de la escena cubana y estadounidense, haciendo que por un momento pensemos que los tiempos y las diferencias siempre pueden cambiar / Lissey del Monte

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Pie de foto: La que rompió con todas las energías y acaparó el escenario como segunda invitada de la noche, fue Anjelika “Jelly” Joseph, con el tema “Give up the funk”  / Lissey del Monte Valdés

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Pie de foto: Brenda Navarrete y Pedrito Martínez juntos en el stage. Justo como hace un año en la edición 28 del Festival Internacional Jazz Plaza anterior / Lissey del Monte

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Pie de foto: El domingo fue el último día del recorrido funky. Alain Pérez fue el seleccionado para cerrar por todo lo alto / Lissey del Monte

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Pie de foto: Entre las canciones que interpretó, estuvo “La Lámpara”, su más reciente single / Lissey del Monte 

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Pie de foto: Lissey del Monte

Bill Taylor, presidente de la Fundación Trombone Shorty, comentó en el Getting Funky in Havana 2020: 

“New Orleans tiene una cultura muy rica y dinámica. Una de las razones por las que es tan poderoso es que mezcla muchas influencias y estilos diversos, como la metáfora del gumbo, y diferentes ingredientes que se combinan para crear un sabor único. Conectarse con Cuba es importante porque Cuba tiene una cultura igualmente profunda y única. La construcción de este puente transformará la visión musical tanto de profesionales como de estudiantes al experimentar una nueva cultura que inspirará sus carreras y sus vidas” 

Por mucho que la política trate de interponerse, resulta que la vida es como es y nada puede con los estrechos vínculos culturales que unen a Cuba y EE. UU., más si hay música de por medio.

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