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Velázquez, «pintor de pintores»

¿Qué tiene de especial Las Meninas (1656) –lienzo creado hace más de tres siglos– para seguir cautivando a los amantes del arte? Personajes que parecen mirar hacia fuera, un asombroso manejo de la luz y juegos con las jerarquías visuales son apenas algunos de los magníficos detalles de este cuadro, un ejemplo para muchos no superado en cuanto a técnica pictórica.

Ha sido una de las obras más estudiadas, tanto así que se acuñó un síndrome en específico para aquellos historiadores que sufrieron fatigas al aferrarse en la búsqueda de una interpretación definitiva. Al apreciarse este lienzo, las pinceladas denotan que fue ejecutado deprisa, con una «improvisación calculada». Varias teorías, incluso, apuntan que resultó fruto de la virtuosa imaginación del pintor.

Hay más incidentes curiosos. Otro lienzo, La Venus del espejo (1650) devino noticia cuando, en 1914, una  sufragista propinó varias cuchilladas a la pintura y dijo que había intentado destruir la pintura de «la más bella mujer en la historia mitológica», a favor de la causa feminista de la época.

El autor de tales majestuosas creaciones es Diego Velázquez, a quien a 365 años de su muerte se le considera el más grande pintor del Siglo de Oro español (XVI-XVII): periodo histórico en que florecieron el pensamiento, el arte y las letras en la península hispánica.

Cuando apenas había cumplido 24 años, se trasladó a Madrid y llegó a servir al rey de España Felipe iv; desde entonces pintó a la familia real por más de tres décadas, hasta su muerte en 1660. Esa nueva vida en la Corte lo obligó a pintar majestuosos retratos y le permitió viajar a Italia, para perfeccionar su técnica.

Pese a la privilegiada posición, su obra comprende todas las particularidades de la época que le tocó vivir. Su galería de retratos, por ejemplo, también agrupa a individuos humildes, humillados por la arrogancia de la nobleza. Se le ha llamado pintor del aire, la luz y la verdad, y en efecto, lo fue. Pintó reyes, príncipes e infantes, pero también bufones, mendigos y rostros «feos».

Su cuerpo sería enterrado en una pequeña parroquia madrileña, luego destruida por las tropas napoleónicas en 1811, motivo por el cual se desconoce el paradero de los restos de Velázquez. En ese mismo lugar se erigió una plaza, en cuyo centro un modesto monumento recuerda al artista sevillano.

No obstante, no fue hasta el siglo xix que alcanzó el estatus de leyenda, cuando maestros del pincel como Gustave Courbet y Claude Monet descubrieron su genialidad al mundo y lo calificaron como «pintor de pintores», uno de los más grandes de la historia.

Si los escritores del Siglo de Oro, como Miguel de Cervantes y Lope de Vega, influyeron en la literatura universal con la genialidad de sus plumas; Velázquez lo hizo en la pintura, con obras repletas de misterios que aún siguen cautivando a los apasionados del arte.

Volvamos a Las Meninas por un instante, para que su elegancia visual nos haga cuestionarnos si estamos ante un cuadro… o una escena real congelada en el tiempo, cual si fuese una fotografía.

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