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Otras formas de aprender y enseñar (+Audio)

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La Covid-19 no solo ha puesto a prueba los modos diversos en que debemos proteger la salud individual y colectiva; sino que impuso cuestionarnos elementos de la cotidianidad que antes dábamos por sentado. Y pienso, por ejemplo, en varios padres que ahora valoran más el papel de los maestros, porque en el acompañamiento de sus hijos en un curso que se mudó para el televisor, han tenido que aprender para poder enseñar.

Incluso, educadores que hace años no se enfrentaban el aula, reconocen gracias a las experiencias en casa el sacrificio y la autopreparación que requiere. Las teleclases, diseñadas metodológicamente para orientar a un alumno medio, obligan a las mamás, papás o abuelos preocupados leer junto al niño los libros de texto, llamar por teléfono al maestro de la escuela, resolver ejercicios para luego explicar los algoritmos a quienes están asomándose al conocimiento.

Pero al nuevo aprendizaje de la familia, se ha sumado el del personal docente. Las hojas de trabajo, que antes exigían apenas los estudiantes ante un examen inminente, son ahora demandan semanales de las familias. Hemos contado también en estos tiempos de profesores experimentados que durante el aislamiento se estrenan en las nuevas tecnologías, y como nunca antes el WhatsApp y otros servicios de mensajería instantánea se han convertido en medios de enseñanza.

Pedir la libreta al compañero para copiar el contenido con atraso equivale ahora a mandar a los padres con un dispositivo extraíble a la escuela, al Joven Club de Computación o al que ya tiene la cajita, para copiar la actividad independiente de la última teleclase.  Revisar la tarea es responsabilidad de quien se queda en casa al cuidado de los pequeños, y dudas que antes eran imperceptibles, se comparten a través del teléfono: La niña no se ha aprendido el grafema de la Ñ, a Roly le cuesta trabajo la tabla del 8, ¿qué hago para explicar fórmulas químicas que no entiendo?

Antes esas inquietudes, los docentes también se han superado, aunque eso de acompañar a la familia ha sido práctica habitual.

Los jóvenes, quizás más independientes, han tenido también que poner el extra para no rezagarse en las materias, sobre todo, quienes cifran en la universidad sus mayores aspiraciones. Ejercicio apenas, si tenemos en cuenta que la educación superior ya no será la misma después de la pandemia.

De todo esto, estoy segura, se debatirá muy pronto en los eventos científicos de los pedagogos cubanos. Porque además del valor de la salud y el papel de la familia, la Covid-19 nos ha enseñado otras formas de aprender y enseñar.

Imágen tomada de Juventud Rebelde.

Alejandra Rojas

Alejandra Rojas

Periodista, locutora y guionista en la emisora Radio Caibarién

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