Abrazando a un árbol

Cuando lo vi a él, pensé que se sentía mal y casi voy a su encuentro para ofrecerle ayuda. Pero su esposa lo observaba desde el banco cercano muy serena, por tanto, se trataba de otra cosa.
Así lo ratifiqué al verla a ella, quien se dirigió al mismo árbol que el señor estaba abrazado, e igual estrechó el tronco entre sus brazos.
Pasó a inicios de esta semana en un barrio del Vedado y los protagonistas eran una pareja de la tercera edad, quienes, sin temor o vergüenza, tampoco sin alarde ni escándalo, consecutivamente abrazaron durante unos minutos el tronco de un árbol y luego, como si nada hubiera pasado, siguieron camino cargando con sus respectivas jabitas.

Foto: Pinterest
Ni ritual ni ofrenda
No son pocos los cubanos cuya relación con determinados árboles tiene un origen anclado en ritos y creencias de la cultura y religión afrocubanas. Pero, en este caso, no depositaron nada a los pies del árbol, no hubo rezos ni ofrendas.
Todo parece indicar que ambos abuelos se mantienen actualizados sobre las más recientes investigaciones vinculadas a los beneficios de la relación del ser humano con la naturaleza, en particular con árboles y bosques.
La prestigiosa revista The Lancet Planetary Health, por ejemplo, es de las que ha dado a conocer el más exhaustivo meta-análisis realizado hasta la fecha sobre los efectos de los espacios verdes en la salud humana.
Trata sobre la relación entre la exposición a espacios verdes y la mortalidad por todas las causas, y manejó datos de más de 8 millones de personas en distintos países.
Entre los principales hallazgos de ese estudio se incluye que vivir en zonas con mayor cobertura de vegetación cerca de la vivienda se asocia con un riesgo más bajo de mortalidad por cualquier causa.

Foto: tomada de hogarmania.com
Y ese beneficio se mantienen incluso después de considerar variables como nivel socioeconómico, contaminación del aire o hábitos de salud.
Los autores concluyeron que los espacios verdes tienen un impacto tangible en la salud pública y pueden contribuir a reducir desigualdades en salud, mejorar el bienestar poblacional y disminuir la carga de enfermedad.
De ahí que una planificación urbana que incluya más árboles, parques y áreas verdes no es solo estética, podría ser una intervención sanitaria efectiva, comparable a otras medidas de prevención.
En esta era marcada por la hiperconectividad digital y el ritmo acelerado de la vida, puede parecer algo raro, casi infantil o excéntrico detenerse para abrazar un árbol. Sin embargo, indagaciones científicas y expertos en salud apuntan a que ese simple acto, contenido dentro de prácticas como el shinrin-yoku (baño de bosque), puede convertirse en una valiosa estrategia de bienestar emocional, fisiológico y cognitivo.
Numerosos estudios asocian el contacto con árboles, ya sea caminando entre ellos o tocándolos, a una activación del sistema nervioso parasimpático, el responsable de los estados de reposo y recuperación.
La doctora Widya Eka Nugraha, profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad IPB de Indonesia, afirma que abrazar árboles puede liberar oxitocina,la llamada hormona del amor, y mitigar el estrés leve.
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Y no se trata de algo anecdótico o puntual. También desde Japón y Corea del Sur se han documentado efectos beneficiosos al abrazar árboles como la reducción del cortisol, la hormona del estrés.
Reforzando el sistema inmunológico y más
Uno de los mecanismos más fascinantes por los que abrazar árboles, o solo respirar en su entorno, puede hacernos más saludables es a través de las fitoncidas.
Se trata de compuestos orgánicos volátiles que los árboles liberan, y que al inhalarlos, potencian la actividad de células inmunitarias, como las células NK (natural killer).
En ese sentido, un estudio reciente publicado en Frontiers in Forests and Global Change encontró mejoras medibles en la función inmune, la calidad del sueño y el estado de ánimo tras sesiones de baño de bosque. Mejora cardiovascular y del sueño
Desde la psicología ambiental se plantea que estar en la naturaleza facilita un tipo de “atención suave” (“soft fascination”), que permite a la mente descansar de la sobrecarga de la modernidad y sus apuros.

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Ello, además de mejorar el ánimo, igual tributa a la capacidad de concentración y la claridad mental. Y esa restauración mental puede derivar, a su vez, en mayor creatividad, un pensamiento más organizado y un mejor control emocional.
Junto al árbol y con los pies en la tierra
Abrazar a un árbol, haciéndolo con conciencia, lentitud y presencia, puede convertirse en un acto simbólico pero también terapéutico.
No obstante, es más que sabido que este acto no comporta poderes milagrosos y si se trata de alguna afección de la salud, lo idóneo es buscar atención médica.
De todas formas, fue muy hermoso aquella escena de la pareja de ancianos que da inicio a este texto.

Foto: tomada de debate.com.mx
No me atreví a tomarles fotos porque hubiera sido casi una profanación a la intimidad que casi podía sentirse en aquellos abrazos a un árbol.
Los brazos de piel marchita se ajustaban a la vital corteza del tronco como quien porfiadamente quiere anclarse a la vida. Ante ese diálogo mudo y urgente, lo mejor es guardar respeto y distancia.
