La perimenopausia no es un ensayo general

La mamá de Karina posiblemente enloqueció. Anda más irritable de lo habitual, cualquiera diría que la adolescente es ella. A veces llora sin motivo, no logra dormir plácidamente y, de momento, ninguna velocidad del ventilador le parece suficiente. Si tuviera más edad, Karina pensaría que está en la menopausia, pero acaba de cumplir 43. “¿Eso empieza tan pronto?”, se pregunta.
Y si estuviéramos en un juego del tesoro escondido, le diríamos a Karina: “caliente, caliente”, porque a sus 15 años está sobre la pista de lo que le sucede a su mami. Resulta que la menopausia, el momento en que cesa definitivamente la menstruación, acapara la atención y a menudo se olvida a su antecesora, la “perimenopausia”.
Esta etapa no es un ensayo general, sino una fase activa donde los niveles de estrógeno y progesterona comienzan a fluctuar de forma errática. Esta inestabilidad hormonal se traduce en síntomas que impactan la vida diaria y la salud mental.
Se trata de un período de transición que puede durar entre cuatro y diez años, suele comenzar cuando la mujer ronda los cuarenta y pocos y se caracteriza por una verdadera «montaña rusa» hormonal. En cuanto los hijos e hijas como Karina y las familias en general, entender esta etapa es la clave para ofrecer un apoyo efectivo y mantener la armonía en el hogar.
¿Cuáles son los signos más frecuentes?
Ciclos menstruales irregulares, que pueden volverse impredecibles, más abundantes o más espaciados. Sofocos y sudores nocturnos interrumpen el sueño y provocan fatiga diurna. La disminución de estrógenos afecta directamente los neurotransmisores, lo cual implica un incremento de la ansiedad, la irritabilidad y, en algunos casos, la depresión. La mujer puede sentirse inexplicablemente sensible, con cambios de humor repentinos y dificultad para concentrarse.
Tres pilares para el apoyo familiar
La investigación en salud mental demuestra que la percepción de apoyo familiar es fundamental para las mujeres durante el climaterio. La pareja, los hijos, y hasta las amistades más cercanas, pueden convertirse en los mejores aliados durante este proceso.
El primer paso es educarse. La familia debe entender que los cambios de humor y la fatiga son el resultado directo de la fluctuación hormonal. Luego, se recomienda ofrecer un espacio seguro donde la mujer pueda hablar de sus síntomas sin ser juzgada, evitar frases trivializadoras como «estás exagerando» o «son cosas de la edad». Cuando el ánimo esté bajo o la irritabilidad alta, el familiar debe practicar la empatía.
La perimenopausia puede ser agotadora. Las tareas diarias, que antes eran manejables, suelen generar una sobrecarga de estrés en este momento, por lo tanto, es hora de aligerar las cargas: distribuir las tareas del hogar de manera más equitativa, asumir los demás miembros de la familia responsabilidades para liberar espacio mental y físico a la mujer, crear un ambiente confortable, motivar hábitos saludables como la actividad física regular y una dieta adecuada, son elementos cruciales.
Karina, por ejemplo, podría animar a su mamá a realizar ejercicios, especialmente entrenamiento de fuerza para los huesos, y a cocinar juntas comidas ricas en calcio y vitaminas, sin embargo, no deberían estar solas en ello; todas las redes de apoyo resultan útiles y necesarias, pues la perimenopausia es un recordatorio de que la salud de cada uno de sus miembros es un asunto familiar. Para las mujeres, la satisfacción con la vida durante esta etapa depende, en gran medida, de la percepción de ser amada, apoyada y entendida.
