Cultura

La Edad de Oro y una muñeca negra

Nada impide que La Edad de Oro, vuele más allá de Nueva York, de Nuestra América. Hay un mensaje que atraviesa el horizonte de todos los futuros posibles

 La Edad de Oro, nace en 1889; mientras llega la hora de morir por Cuba, Martí escribe para los niños de América, y de todos los tiempos. Son cuatros números en una revista de 32 páginas que circula desde julio hasta octubre. Aaron Da Costa Gómez, es quien tiene el capital para realizar tal empresa, y pone el título a la Revista; el pensamiento y la creación es de José Martí.

A través de cuentos, poemas, artículos y adaptaciones, pasan las ideas que el poeta maneja con cuidado: primero leen los padres antes que los hijos, debe cuidar que alguien se asuste con el alcance de una propuesta que es de un filo  demasiado liberador y contestatario..

Nada impide que La Edad de Oro, vuele más allá de Nueva York, de Nuestra América. Hay un mensaje que atraviesa el horizonte de todos los futuros posibles.

Tal vez, uno de los cuentos que más ha pasado por el alma de los niños, es La Muñeca Negra. Una muñeca, que lleva por nombre, Leonor, y donde hay una niña que se llama Piedad; esos son dos nombres que sirven de símbolos  para enfrentar al racismo, ese que obliga por el color de la piel, a considerar a unos hombres inferiores a otros.

  Le ha puesto Martí, a la Muñeca Negra, el nombre de su propia madre. Y la niña es Piedad,  un sustantivo propio, lleno de símbolos éticos. Es que esa es la herencia de Félix Varela, quien en Cartas a Elpidio, había trazado la línea de la sensibilidad de una cultura liberadora: “No hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad”

La Edad de Oro es un desafío a todas las formas de dominación, las que propugnan la existencia de razas superiores, pueblos elegidos, incivilización y barbarie.

El mensaje ético alcanza a echar suerte con los, “hoi polloi”, los desposeídos, los ninguneados, los que padecen en la barranca de todos. Un Verso de Los Zapaticos de Rosa recoge el dilema liberador: “No quiere saber que llora de pobreza una mujer”

Tal vez uno de los mayores desafíos para sostener la soberanía hoy, es que los Estados Nacionales tal y como fueron concebidos, padecen de una crisis de fragmentaciones.   Ahora el dominio sobre los Estados, es el de los grandes capitales transnacionales que dominan más allá de un territorio.

Ahora, desde lo epistemológico, se construyen el capital simbólico de la dominación, ese donde el racismo suaviza todo lo que pretenda ser radical o revolucionario, y puede ser desde una película o una atractiva serie.

El racismo viene acompañado de exclusión, muerte del sujeto, fragmentación del individuo, cosificación de las relaciones humanas, búsqueda de la seguridad de nuevas identidades que destruyen la unidad cultural; globocolonización,  le llama el intelectual brasileño Frei Betto, esa que estandariza y divide a los hombres en colores, fracasados o exitosos.

Martí, antepone a esa dominación, la sensibilidad ética del, “Te quiero porque no te quieren”, de Piedad, ante la Muñeca Negra, la ética de echar suerte sanadora con los pobres de la tierra, con los excluidos del mercado y la vida, con todos los hombres que quieren el bien de todos, andar con el blanco, el negro, el indio, como único modo de que marche la humanidad entera.

 ¿Puede hoy, un buchito de humanidad salvarse a costa de la humanidad entera? ¿Es posible la auténtica libertad sin la justicia social, el viejo sueño de los hombres? ¿Cómo impedir que el egoísmo nos hunda?

Hay más preguntas que respuestas para un mundo lleno de incertidumbres; mientras, una Muñeca Negra, o de trapos pobres, sigue en brazos de un niño que tiene el mismo desafío, y el juicio que parece un sol sobre los hombros: “Te quiero porque no te quieren”.

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