REDES: El escudo de la pantalla

Internet y las redes sociales han cambiado el mundo con sus muchas bondades y con algunos males también como ese llamado efecto desinhibidor online que hace que tantas personas se sientan libres de atacar a otros, que sean abiertos y despiadados en sus interacciones. ¿Por qué son así tan crueles en comentarios? ¿Por qué es tan difícil ignorar lo que molesta y seguir de largo si lo contrario significa dañar a otros? ¿Por qué hay tanto odio?
A menudo la pantalla del teléfono móvil o de la computadora funciona como escudo porque es recurrente que individuos se sientan envalentonados y protegidos para decir por esa vía lo que nunca dirían en persona. ¿Esto no es un poco doble moral, oportunismo, cobardía?
El efecto desinhibidor online es un concepto crucial para entender gran parte del comportamiento negativo en internet. En primer lugar, el actuar en soledad, quizás en anonimato o con simplemente no tener al otro delante, ofrece libertad y la pérdida de frenos sociales porque en el espacio virtual es más complejo aplicar leyes y las reglas de autocensura suelen ser particulares, muy fácil de desconocer.
Es por eso que muchas personas llegan a ser groseras, agresivas e inapropiadas aunque no lo sean en su entorno no digital y allí proyecten una actitud adecuada. Por ejemplo, en no pocas oportunidades un acosador en las redes sorprende porque se desdobla de una manera increíble.
Para que se dé este fenómeno es necesaria la confluencia de varios factores psicológicos y contextuales. El primero es el anonimato o la invisibilidad que ofrece la pantalla aun cuando se use el nombre real. Los agresores se sienten impunes, más si no perciben el daño que infieren porque se vuelve abstracto, o puede que lo disfruten y esa es otra actuación psicótica aun peor, pero también asociada.
Otro asunto que incide y enfervoriza es el impacto de la manada. Sí, porque cuando alguien se suma al colectivo y deja atrás su sentido de identidad individual es como la caja de Pandora de las conductas en cuanto a la responsabilidad personal. Se sigue al grupo creyendo que no se actúa solo sino en masa, como si eso confiriera valor y protección.
A veces los ataques son espontáneos, pero una persona que quiere dañar por disfrute, se toma el tiempo de preparar su comentario con premeditación para ser realmente duro. Esto describe a una persona realmente llena de maldad.
Todo esto en su máxima expresión es posible porque es muy difícil encontrar autoridad en el mundo on line y se cree que no tiene consecuencias reales. No existe un superior, una figura de poder y represión que medie y censure o ejerza presión para que se vele por el buen comportamiento y esto hace que se normalice la agresión. Tampoco hay manera de castigar de forma inmediata o tangible, a menos que se llegue al ciberdelito y se monte una investigación exhaustiva de nuevo tipo.
Por supuesto esto no nos sucede a todos. Habemos muchas personas que no relajamos la conducta, repelemos el conflicto y abogamos por la armonía tanto en el mundo físico y real como en Internet. La mala noticia es que esto no dejará de existir por mucho llamado que se haga a la empatía. El único consejo es a no dejarse llevar ni tomar en serio la actitud venenosa de los demás, y si afecta demasiado, entonces es mejor moderar la configuración de los espacios virtuales.
Internet es un espejo amplificador de la naturaleza humana, a veces saca lo peor de cada quien, la crueldad interior, así como la vulnerabilidad. Necesitamos mayor educación y alfabetización mediática para saber convivir y respetar. Sin embargo, nada de esto sería imprescindible si abundara la sensibilidad.
