Perdonar es saludable

Por ahí leí que si perdonamos estaremos colaborando para tener mejor salud del cuerpo y la mente. Claro que es así, todos lo sabemos, aunque nos cueste llevarlo a la práctica; pero si lo dice la ciencia, entonces nos lo pensamos porque queremos estar en buena forma.
El asunto parece ser que perdonar tiene una respuesta física muy evidente, por eso sentimos alivio inmediato cuando es real. Expertos refieren que esto se da porque nos relajamos, la presión arterial y los niveles de ansiedad y estrés descienden mientras se estabiliza la frecuencia cardíaca.
De igual manera, si antes padecíamos insomnio por no dejar de pensar en el problema, una vez saldado podemos respirar y dormir mejor. Hasta se fortalece el sistema inmune que antes, tal vez se deprimió y reduce las migrañas.
Vivir con resentimiento no es bueno, pero hay hechos más duros que otros para perdonar, de esos no sé. No obstante, todo sentimiento negativo es como un cáncer dentro, nos hace huraños, nos mantiene a la defensiva y de carácter variable. Es insano.
Sería recomendable no dejarlo todo al tiempo, a que pase y nos borre los dolores porque confiar en ello no es seguro, quizás, lo más probable, nunca se van y lejos de ayudar permanece demasiado el agobio y se convierte en tortura. Perdonar puede ofrecer alivio para ambas partes, y no significa olvido
La carga del rencor suele ser también muy pesada. Psicológicamente, desgasta. Por eso el acto de perdonar alivia el dolor acumulado en las emociones dañadas, incrementa la autoestima, aporta tranquilidad y disminuye la posibilidad de padecer depresión.
Es todo ventaja. Por eso, en lo que se pueda, deberíamos perdonar, sobre todo esas pequeñeces que a veces nos molestan de más y arrastramos con amargura. Esas, aunque duelen, podemos pensarlas, entenderlas, no justificarlas, pero sí disculpar.
Las otras, las de gran magnitud, esas podemos valorarlas un poco más, por la salud.