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Una vejez siempre sin violencia

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El maltrato a personas de la tercera edad no siempre se circunscribe al maltrato verbal o al golpe visible

Nélida Rodríguez fue, durante muchísimos años, el sostén de la familia. Allí, en las afueras del poblado de Cascajal, donde vivía la numerosa prole, se las ingeniaba para que sus cuatro hijos siempre tuvieran algo con que alimentarse, fueran a la escuela y anduvieran limpios.

 Muchos recuerdan que, cuando su esposo enfermó de cáncer, ella asumió también las tareas agrícolas, que simultaneaba con el trabajo en el hogar. Con el tiempo, tres de sus hijos contrajeron matrimonio y se fueron a residir a otros lares, mientras el menor quedó al cuidado de sus padres, hasta que un día perdió la vida en un fatal accidente.

Hoy la ancianita, con 87 años a cuesta, vive sola y casi abandonada. Dos de sus hijos marcharon hacia otras naciones en busca de nuevos horizontes y casi ni se comunican con ella; mientras el otro apenas se ocupa de su madre, porque según dice. La economía no le alcanza para sostener a su familia.

La dura realidad de Nélida se replica hoy en varios sitios de la geografía villaclareña, donde radican 48 064 ancianos que viven solos, 1 278 más que en igual periodo del año anterior. Algunos de ellos viven sin su pareja en la vida, y en el mejor de los casos, acompañados por otras personas, también mayores o en situación de discapacidad.

Cariño, paciencia y comprensión es todo lo que necesitan al final de su vida. Foto: Yaimí Ravelo

PROTECCIÓN: UN DEBER DE TODA LA SOCIEDAD

Tal vez muchos pudieran pensar que las manifestaciones de violencia y abuso hacia las personas de la tercera edad se refieren solo a aquellos casos en los que se ejerce la fuerza o el maltrato evidentes.

Sin embargo, como está estipulado en la Resolución 66/127, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se define el maltrato como «la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada que ocurre dentro de cualquier relación en la que exista una expectativa de confianza, y la cual produce daño o angustia a una persona anciana».

El documento aclara, además, que todos los ciudadanos tenemos la obligación ética y legal de notificar la sospecha de un caso de maltrato, y que cualquier persona que esté relacionada con otra, adulta mayor, debe prestar atención a los signos y síntomas de maltrato.

El ultraje a quienes ya han llegado a la tercera edad es un problema social mundial que afecta la salud y los derechos humanos de millones de personas mayores, y constituye un fenómeno que merece la atención de la comunidad internacional. De acuerdo con estadísticas de la onu, para 2050 más del 20 % de la población mundial tendrá 60 años o más; la mayoría de ellas será mujeres, quienes, a menudo, se enfrentan a múltiples formas de discriminación derivadas de sus roles sociales basados en el género.

El abuso y la humillación a las personas mayores puede manifestarse en forma de maltrato físico, sicológico, sexual, financiero o como negligencia y abandono. Contra ese flagelo, es necesario crear dinámicas familiares sanas que permitan construir puentes intergeneracionales que lleven a eliminar y prevenir el maltrato en la vejez.

Según la literatura médica consultada, existen distintos tipos y formas de maltrato, entre ellos el físico, que se expresa cuando se golpea, empuja o inmoviliza físicamente, entre otras; el sicológico, que consiste en insultar, atemorizar, humillar o intimidar a esas personas; el  sexual, que ocurre en el momento en que se producen agresiones o abusos sexuales o violación; así como el material, que tiene que ver con la malversación de propiedades o dinero, robo, ingreso forzado de la persona adulta mayor en una casa o un hogar o su explotación con fines innobles, entre otros tipos de maltrato.

UNA VISIÓN DESDE CUBA

Volviendo al caso de Nélida Rodríguez, que figura precisamente entre los que se clasifican como violencia por la negligencia y el abandono, tristemente no es único en nuestro país. 

Tales situaciones se producen a pesar de las leyes y normativas que ha establecido el Estado cubano para proteger a este segmento de la sociedad, explica la doctora en Ciencias Yisel Muñoz Alfonso, profesora titular del Departamento de Derecho de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

La académica reconoce que, según las investigaciones realizadas, una de cada seis personas de 60 años o más sufre alguna forma de maltrato en la comunidad cada año, cifras que son aún mayores en instituciones como las residencias de ancianos y otros centros de atención de larga duración.

Al respecto, menciona cómo la Constitución de la República, aprobada en 2019, en varios de sus artículos reconoce los derechos de estas personas. De igual manera, la Ley 156 de 2022 o Código de las Familias, establece las obligaciones de la familia, de la sociedad y del Estado hacia los adultos mayores, así como sus derechos a llevar una vida digna libre de maltratos y de violencia.

Menciona también lo estipulado por el Código Penal, Ley 151 de 2022, que tipifica muy bien el delito de abandono de personas en situación de vulnerabilidad por discapacidad, minoría de edad, adultez mayor o desvalidas.

EN LA PROVINCIA MÁS ENVEJECIDA DE CUBA…

Como se conoce, Villa Clara es la provincia más envejecida de Cuba, con el 29,1 % de la población por encima de los 60 años, y destacan tres municipios: Cifuentes, Remedios y Quemado de Güines, que superan esa cifra y se ubican por encima del 30 %. En total, son ocho los territorios que se encuentran por encima de la media provincial.

A ello debemos agregar que, según los últimos informes de la Oficina Nacional de Estadísticas, en esta provincia viven 11 624 nonagenarios, 442 más con relación a igual fecha del año anterior, y 169 personas que tienen más de cien años.

Ante esa realidad, el Gobierno del territorio, en coordinación con la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, y la Dirección de Salud en la provincia, han diseñado un grupo de acciones encaminado a la atención de este sector de la población, buena parte de los cuales se encuentra en situación de vulnerabilidad.

Al respecto, la doctora Marta Monzón Quintero, jefa de la sección Adulto Mayor, Asistencia social, Discapacidad y Salud mental, de la Dirección Provincial de Salud, reconoce que la lejanía de los servicios básicos y las barreras arquitectónicas constituyen obstáculos a los que se enfrentan los ancianos villaclareños, lo cual se agrava ante la gran cantidad de adultos mayores que viven solos, sin familiares que los apoyen de forma directa en las labores domésticas o en otras gestiones.

Asimismo, en el territorio, tanto las autoridades gubernamentales como otras instituciones encargadas de velar por los adultos mayores han tomado varias medidas encaminadas al bienestar y la protección de estas personas. Con tal propósito, el Programa de Atención al Adulto Mayor en Villa Clara está estratificado en tres niveles de atención, según explica la doctora Monzón. «Primero, hay un nivel comunitario, que constituye la base de esa pirámide por radicar allí la mayoría de esas personas, que son atendidas desde el consultorio médico de la familia, cada uno de los cuales posee un grupo de trabajo atendido por un trabajador social.

«Ellos buscan las vulnerabilidades, los riesgos que afectan a ese grupo etario, e identifican aquellos que deseen integrar los círculos de abuelos. Cada consultorio cuenta con uno, donde les enseñan a los ancianos actividades que potencien su autonomía. Los policlínicos también forman parte del nivel comunitario y, en la mayoría de ellos, trabaja un geriatra que garantiza la atención especializada», refiere la especialista.

Otro eslabón es el institucional, en el cual figuran las casas de abuelos y los hogares de ancianos, a los que se acude en base al principio de voluntariedad. En las primeras, lo abuelos desayunan, meriendan, cenan, y luego retornan a sus viviendas. En el caso de los hogares, allí hacen su vida permanente, aunque hay algunos que son seminternos. En esas instituciones se insertan organismos como Cultura, el Inder y Educación, entre otros, para realizar diversas actividades, refiere la Jefa del Programa del Adulto Mayor en Villa Clara.

Interrogada acerca de la situación de esas instituciones, la doctora Marta Monzón señala que no escapan a la compleja situación socioeconómica que vive el país, lo que provoca falta de personal, problemas infraestructurales, y una cantidad de plazas alejada de las demandas reales del territorio más envejecido de la nación.

«Hoy tienen lugar procesos inversionistas y de mantenimiento en muchos de estos centros, pero el ritmo de ejecución lo dicta la disponibilidad o no de los recursos», aclara la experta, quien menciona también el rol que desempeña el nivel hospitalario; conformado por las salas y los servicios de Geriatría en la atención a los ancianitos.

Ayer, 15 de junio, se celebró el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Cuba, puede decir que cuenta con un programa de atención, que no es perfecto y está marcado por la crisis económica que vive el país; sin embargo, hay una decisión de jamás dejar abandonados a su suerte a quienes tanto han hecho por esta nación.

 (Freddy Pérez Cabrera)

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