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De nuevo las industrias culturales y creativas sobre el tapete

Más allá de prejuicios y tabúes como identificar la industria cultural con el sistema de relaciones económicas que establecen los grandes monopolios internacionales, en Cuba su concepción y aportes transitan por senderos bien delineados, aunque  urgidos de enriquecerse, fortalecerse pues hay potencialidades y talentos

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En las industrias culturales y creativas cubanas hay un gran potencial económico, y urge ampliar las miradas, reforzar la actividad empresarial e incrementar la inversión como uno de los tantos caminos a recorrer.

El centro o núcleo generador de la industria cultural es la creación, y esta lleva implícita toda la espiritualidad del creador,  toda su cosmovisión del mundo que le rodea;  el arte deviene cronista de la vida de una sociedad,  expresa los conflictos, las contradicciones,  mientras la  industria es el proceso,  la herramienta por la cual esa creación artística puede llegar a los espacios que ameritan, necesitan, quieren disfrutar y enriquecerse espiritualmente.

Tal concepto en voz de una autoridad como la Doctora en Ciencias Económicas Tania García Lorenzo sigue siendo útil para llegar a un consenso, y tener claro que no toda obra artística o editorial es mercancía, si bien la economía transversaliza todos los procesos o sectores, y como parte de ella, la logística, la organización de la producción y de la distribución, por citar algunas aristas, están presentes en la más mínima realización.

El domingo 18 de diciembre el programa televisivo Cuadrando la caja volvió a tratar (por segunda ocasión) el asunto de las industrias culturales y creativas en Cuba, y tanto Tania García como Tania Delgado Fernández, vicepresidenta del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), y  Fernando León Jacomino, viceministro de Cultura,  trajeron nuevas miradas e ideas en medio de un rico debate.

Lo que sucede es que existen prejuicios y tabúes como identificar la industria cultural con el sistema de relaciones económicas que establecen los grandes monopolios internacionales, y esa interpretación de que el concepto de industria cultural está exclusiva o directamente asociado al sistema de relaciones de apropiación y expropiación de los recursos que genera resulta una confusión sobrepasada, considera la experta.

Pero aclara que sin industria no hay libros, ni cine u otra manifestación artística que llevan –unos más que otros- determinados procesos.

Cada concepto transita acorde con los tiempos en los cuales los va reflejando, y la propia  explosión cultural en el mundo y la presencia de la cultura y del arte en la vida cotidiana de las personas, ha hecho que sea necesario el desarrollo de la industria cultural, precisó García Lorenzo.

NO ES LO MISMO CULTURA QUE INDUSTRIA CULTURAL

Los panelistas  de Cuadrando la caja coincidieron en subrayar  que cultura es un sistema de valores, de pensamientos; son nuestras raíces o identidades, y lo que se genera partir de la creación artística que expresa esa cultura son productos culturales, bienes o servicios que pueden transitar por diversas vías,  incluyendo mecanismos mercantiles.

Entonces en este caso no serían mercancía, por ejemplo, los libros de la enseñanza que van a  nuestros centros escolares y universidades, y no se venden sino que se distribuyen gratuitamente como servicio público del Estado para fortalecer la educación.

Al decir de León Jacomino cualquier acto de creación puede desembocar en un proceso productivo. Así, un músico compone una canción en solitario pero necesita del acompañamiento de una agrupación, y a su vez llegarle al espectador. Por tanto, no basta con tener una obra ni que se produzca el disco sino que hay que ver asuntos como la locación, que reúna las condiciones elementales, si es un espacio abierto, audio, alimentación, transporte…

Y así sucede con los espectáculos musicales, teatrales, danzarios, circenses, entre otros, cuyos aseguramientos, gastos o respaldo productivo y organizativo devienen un proceso invisible para el público.

Hoy en día existe un importante debate en la sociedad cubana alrededor de la relación siempre conflictiva entre la creación y el mercado. No es posible eludir la dimensión económica de cualquier proyecto cultural, no solo porque resulta forzoso en el proceso creativo mismo, sino porque sus proyecciones determinarán el alcance del propio hecho cultural, afirma en un artículo sobre La producción cultural como fuerza productiva directa en Cuba,  Tania García Lorenzo.

En su opinión cada vez se hace más evidente que la política cultural necesita estar acompañada por una política económica de la cultura, con un diseño estratégico que respalde el ciclo económico integral e integrado, que vaya desde la creación hasta el consumo, para lograr la conversión de ese acto creativo en un acontecimiento cultural, momento en que el mensaje es aprehendido por el receptor y al propio tiempo, se constituye en fuente de ingresos y empleo, para el creador y sus familias y para la economía de toda la sociedad.

En las condiciones de un país como Cuba, con limitaciones materiales y financieras pero lleno de talento, de espíritu innovador de su gente, la vicepresidenta del ICAIC además de precisar que la producción audiovisual y de cine forman parte del esquema de industrias culturales y creativas, destacó en el programa cuánta imaginación, deseos de inventar, de crear han tenido desde su surgimiento los Estudios de Animación de esa institución.

Tania Delgado abundó que una producción de dibujos animados no se parece a una de documentales, pues cada cual tiene su peculiaridad; y en todo ese proceso -que empieza desde la concepción de la idea hasta que se termina la obra- hay una intervención de las personas que trabajan con los presupuestos, los cuales se sacan muy a detalle, donde cada cosa se contabiliza y tiene un valor incluido.

PENSAR COMO PAIS TAMBIEN DESDE Y PARA LA CULTURA

De acuerdo con el viceministro Jacomino “aunque estamos hablando de procesos que tienen su origen en el acto creativo de un artista, de un escritor, sería un error pensar que toda la cadena de valor de esa obra se puede resolver desde el Ministerio de Cultura.

Lo primero que hay que hacer es entender eso como un recurso país y un sistema, pues cada vez con más intensidad la dirección de la Revolución nos pide que convirtamos la socialización de nuestros mejores productos en política del país, que permitan y participen en esa puesta en valor del arte todas las instituciones, los organismos de la administración central del estado, los gobiernos territoriales.

Lo mismo pasa con la música, tenemos que ir a la búsqueda de quienes tienen  locales u otros recursos, encadenar todos esos actores, aunar esfuerzos y voluntades para  llegar a completar un ecosistema favorable, en aras de que  en los territorios el producto cultural sea disfrutado por los espectadores, puntualizó el funcionario en Cuadrando la caja.

Otro ejemplo lo expuso Tania Delgado al explicar qué se estableció  hacer con esas películas que se producían y no podían exhibirse ni distribuirse para el disfrute del público, por falta de recursos o mecanismos idóneos. Entonces el 11 de noviembre del 2020 se aprueba la política  para la recuperación de las áreas  de cine como espacios polivalentes.

Una de las premisas que plantea es que los gobiernos locales administren las salas de cine, excepto en La Habana, pues de ello se ocupa el ICAIC, y esto presupone que no se pueda hacer una película sin dejar de pensar en los territorios y sus necesidades, puntualizó la vicepresidenta del instituto.

De la misma manera que hay salas de cine en estado de  deterioro y necesidad de transformarlas, también existen galerías de arte, librerías, cerca de dos mil instituciones culturales  a lo largo y ancho de todo el país, y resulta bien interesante constatar cuánto está desarrollándose en esos sitios respecto al proceso creativo pero hay que invertir en el mantenimiento, reparación o mejora, advirtió la Doctora en Ciencias Económicas.

QUE EL AUTOFINANCIAMIENTO NO COMPROMETA EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL

Jacomino aclaró que aunque puedan aportar ingresos “no podemos ir desesperadamente en busca de autofinanciamiento y comprometer la labor que tenemos en la distribución de un determinado tipo de contenidos, que verdaderamente contribuyen al crecimiento espiritual de las personas”.

De acuerdo con Tania García Lorenzo el desafío del desarrollo cultural desde cada territorio presupone fortalecer la industria discográfica, el movimiento creativo editorial, todos aquellos mecanismos que permiten la realización de la creación artística y literaria de las expresiones culturales.

Y ese fortalecimiento permitirá asimilar el creciente movimiento de actrices y actores, de creadores que cada año salen de nuestras aulas de la enseñanza artística; pero necesitamos esos estudiantes que se gradúan, que desde la escuela o la universidad están haciendo arte, tengan en la continuación de sus vidas los espacios para poder producir.

León Jacomino explicó que una parte de ese potencial o producción artística, por ejemplo, el movimiento sinfónico, de bandas principales de concierto, el propio teatro,  no se somete a la batalla del mercado; aunque sí funcionan con mecanismos de oferta y demanda la música y una zona de las artes escénicas asociada al arte circense.

Ahí también está entonces el factor de la exportación de nuestra música, otro de los aspectos de la industria. Uno no tiene solo que distribuir puede exportar ese producto; pero todo esto implica una formación de competencia, de una infraestructura  que tenemos que ir fortaleciendo cada vez más, expresó el viceministro.

A su vez, en el empeño por darle cabida a determinadas demandas  o necesidades hay que diversificar los espacios, las fuente de empleo, hay que ir a formas de relación con el espectador, o como  dijo  el Presidente (Miguel Díaz-Canel) en el Congreso de la UNEAC, ir a formas de gestión que se relacionen con la economía real, que el Estado no solamente sea el único financista o contratante de esos artistas, acotó el funcionario.

Lo cierto es que en las industrias culturales  y creativas cubanas hay un gran potencial  económico, y urge ampliar las miradas, reforzar la actividad empresarial, incrementar la inversión como uno de los tantos caminos a recorrer.

EN LOS EVENTOS INTERNACIONALES LA HUELLA DE NUESTRAS INDUSTRIAS CULTURALES Y CREATIVAS

Aunque en el mencionado programa televisivo del Canal Caribe no se habló de los eventos o festivales que cada año se celebran en Cuba, aun cuando tienen una estrecha vinculación con las industrias culturales y creativas, por lo que aportan desde lo espiritual y lo económico, valdría la pena un espacio para analizar su impacto, como también abundar en cuánto contribuye este sector al Producto Interno Bruto de país, a reducir el déficit fiscal.

Personalidades del mundo de las artes y amantes de los géneros artísticos se dan cita en La Habana y en otras ciudades del país para junto a la población disfrutar de esos encuentros, todos con prestigio y reconocimiento mundial.

No exentos de dificultades en su realización y periodicidad pues no podemos olvidar el impacto de la COVID-19, vale la pena mencionar los festivales internacionales Jazz Plaza, de Ballet de La Habana Alicia Alonso, de Cine Pobre de Gibara, del Changüí, de la Salsa en Cuba, Varadero Josone,  del  Nuevo Cine Latinoamericano, Fiesta del Tambor, de Cine Francés en Cuba, Havana World Music (HWM), Piña Colada y La Huella de España, entre otros.

Sumemos a esa lista La Bienal de La Habana (artes visuales), las ferias internacionales del Libro y de Artesanía, los carnavales de La Habana y de Santiago de Cuba, el Festival del Caribe en esta Ciudad Héroe, la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, así como los cursos o talleres con visitantes extranjeros que suelen darse durante el verano.

Se trata de eventos que mantienen viva la llama artística y cultural de la nación, y también dejan dividendos al país, y los menciono porque  en su exitosa realización están el aporte, la huella, el fruto de las industrias culturales y creativas cubanas.

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