Cultura

Con permiso Ashé, un disco de lealtad

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La lealtad de Zunilda Remigio al legado de Mercedita Valdés y la de la de reina la música afrocubana a esta isla y a su música, engrandecen el material que acaba de presentar la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales Egrem.

La propia Zunilda expresó a la prensa: «Quise defender eso que siempre llevo como una bandera, el homenaje a las figuras, es lo que me preocupa. La fama, la notoriedad, el ego, duran muy poco. Como decía Martí, toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», y agregó sobre su conexión personal con quien Fernando Ortiz llamara «la pequeña Ashé»:

«Mercedita es una mujer que está en línea directa con todo lo que yo defiendo en mi vida, con todo mi pensamiento, mi filosofía de vida: por mujer, por negra, por santera, porque hasta en la vida personal nos parecemos; ella con Guillermo Barreto y yo con Joaquín Betancourt, tuvo la misma bendición de tener una persona con sapiencia al lado de uno que lo ayude, que lo guíe… Yo la estudié, hasta en eso nos parecemos, yo soy profesora de formación, además de la música estudiada, soy profesora de geografía y ella empezó entrando a un colegio de monjas para estudiar magisterio, se encontró con las hermanas de Urfé y hasta ahí llegó la clase…»

«Con permiso Ashé» ha sido valorado por el escritor y etnólogo cubano Miguel Barnet como un album «transgresor, de parámetros convencionales… una verdadera joya de la discografía contemporánea… un guiño amoroso a Rita Montaner y a Bola de Nieve, ambos admirados por Mercedita, y en buena medida, sus maestros. Un equipo de virtuosos, encabezados por Joaquín Betancourt, artífice de los arreglos musicales y Premio Nacional de la Música, ha dado pruebas una vez más de la ductibilidad de los músicos cubanos».

En efecto, la coincidencia de artistas de diferentes generaciones y estilos musicales, desde consagrados como el tresero mayor de Cuba, Pancho Amat , hasta novísimos como Harold Merino, quien refrescó a través de la música electroacústica, es una de las cartas de triunfo del disco. Otros virtuosos como Rolando Luna en el piano y Yaroldi Abreu en la percusión, también le aportan brillo a la producción del maestro Joaquín Betancourt.

No se hace raro entonces escuchar a la experimentada Zunilda Remigio declarar: «Este no es un disco solo mío, yo lo canté porque hacía falta una voz…» y dejar bien claro que es un logro colectivo. 

Sobre el título, afirmó: «El disco se llama Con permiso Ashé porque es una mujer tan fuerte que hay que pedirle permiso, porque su obra es tan significativa que hay que pedirle permiso. Lo hice por ella, por resaltar la figura de una mujer que hizo tanto por la música cubana».

No es la primera vez que Zunilda se compromete con el tributo a una mujer imprescindible del pentagrama nacional, de hecho, a Elena Burke le dedicó el disco que inició su trabajo con la Egrem. No es el primero y ojalá no sea el último, con el permiso y la bendición de aquellas voces eternas y de la suya propia, también privilegiada.

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