Deportes

Voluntarios felices de ayudar en Juegos Sordolímpicos

Un total 3 500 personas de edades diversas forman parte de este grupo de servidores

Tokio.- UN EVENTO multideportivo sin voluntarios nunca podría llegar a feliz término. Los XXV Juegos Sordolímpicos con sede en esta ciudad, tampoco funcionarían si no fuera por el aporte de este grupo de imprescindibles.

En cada escenario de competencias, sea dentro o fuera de las instalaciones, los puedes encontrar siempre dispuestos a ayudar. Es su trabajo, pero con sonrisas y buenos tratos te hacen ver que no se trata de obligación, sino de placer.

Los vestuarios los distinguen. Algunos usan chalecos teñidos de un rosado brillante, el color elegido para representar los Juegos y que imita el rosa de los cerezos que abundan en la urbe nipona y que forman parte de la identidad del lugar.

Estos voluntarios son los que más contacto tienen con deportistas, entrenadores y oficiales de cada una de las delegaciones presentes en el certamen.

Se encargan de organizar el arribo de los equipos a los ómnibus que los transportan hacia las distintas sedes; orientan sobre horarios de las competiciones y alertan cuando el rumbo tomado no es el correcto.

Cierto es que los idiomas tan diversos de los reunidos aquí, suponen un reto, tanto para un bando como para el otro, y es entonces cuando la tecnología se convierte en una verdadera aliada.

Sin embargo, es la amabilidad, la paciencia infinita y los deseos de ayudar, lo que hace que estos anfitriones sean tan apreciados, aun cuando su trabajo no es perfecto.

Otro grupo igual de dispuestos visten de azul intenso. A ellos les toca guiar solo dentro de las instalaciones, por lo que el roce con los protagonistas del evento no es tan constante.

Por último, están los que lucen chaquetas verdes. Muchachos y muchachos que trabajan directamente con las delegaciones.

A la comitiva de Cuba la atiende un joven japonés que domina otros dos idiomas: portugués y español. Su llama Danilo y aunque es un tokiota de pura cepa, su nombre y sus facciones nada asiáticas provienen de un origen mucho más latino.

«Soy hijo de brasileños, pero mi padrastro es peruano y con él aprendí un poco de español», cuenta en un descanso de sus funciones.

«Me inscribí para ser voluntario en busca de una oportunidad para practicar los idiomas que manejo. Hasta ahora va siendo una bonita experiencia de vida», aseguró.

El voluntario nipón se encarga de acompañar a los miembros de la delegación cubana con el fin de orientarlos y auxiliarlos en los diferentes escenarios de actividades.

Según manifiesta, cuando supo que trabajaría con cubanos le asaltó el temor de no lograr entenderse con el grupo.

«Pensaba que podría molestarle mi presencia, pero he comprobado que los cubanos son muy alegres, amables y comprensivos. Así el trabajo es más fácil y divertido», confesó.

Para ser escogidos entre los voluntarios se presentaron un total de 18 903 interesados y fueron 3 500 los elegidos.

Según el comité organizador de la justa multideportiva, unos 1 641 pueden comunicarse usando la lengua de señas; 447 dominan las señas internacionales y 641 manejan el idioma inglés.

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