La rumba que vive y crece

La rumba es mucho más que un género musical y danzario: constituye una auténtica cultura, con una riqueza que desborda los límites de lo estrictamente artístico para alcanzar la vida cotidiana, los modos de expresión y la sensibilidad de un pueblo. Transversaliza distintas manifestaciones, desde la música y la danza hasta la plástica y la literatura, y se establece como un elemento identitario esencial. Puede decirse incluso que es una actitud —y también una aptitud— ante la vida, donde confluyen alegría, resistencia y comunidad.
Aunque en determinados momentos algunos la asociaron con la marginalidad, lo cierto es que la rumba fue siempre voz de resistencia de los sectores populares, una manera de estilizar rutinas diarias y de sublimar tensiones sociales. La percusión, el canto y el baile se convirtieron en espacios de distensión, de afirmación y de creatividad, donde los participantes podían expresarse libremente. La rumba fue, en ese sentido, refugio y expresión de dignidad para comunidades que encontraron en ella un lenguaje propio.
Su enorme valor cultural y antropológico ha merecido reconocimientos trascendentes, como la declaración por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Este hecho confirma que no se trata solo de una manifestación artística local, sino de un aporte de alcance universal, capaz de dialogar con las culturas del mundo y de mostrar la singularidad de la isla. Cada toque, cada canto y cada movimiento revelan una memoria colectiva que se reinventa y que conecta con el presente.
Los orígenes de la rumba hay que buscarlos en los festejos y ceremonias de los esclavos africanos, quienes trajeron consigo ritmos, instrumentos y cosmovisiones que encontraron terreno fértil en Cuba. Pero pronto la rumba trascendió ese ámbito y devino patrimonio común, parte del acervo de toda una nación. Hoy resulta imposible comprender el sistema simbólico ni el entramado formal de la cultura cubana sin atender a la rumba, que sigue viva, vital, reinventándose, y afirmándose como una de las expresiones más auténticas del espíritu nacional.