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Romper la inercia y las rutinas establecidas

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 Terminado el año 2023, no resulta ocioso hacer un recuento de cuánto hemos sido capaces de cambiar de nuestra rutina diaria a favor de mejorar, sin tener miedo a los retos, aquello que supone un cambio.

  Un ejemplo para detenernos a meditar sobre la cantidad de cosas incongruentes que realizamos por estatismo es la anécdota del banco pintado, la cual refiere que los mandos de un cuartel militar mandaron pintar el único banco del patio de armas.

  Una vez concluida esa tarea, y para evitar que se manchase algún pantalón, se ordenó al oficial de guardia que mandara a un soldado a vigilar que nadie se sentara. Pero se olvidó de puntualizar que solo hasta que estuviera seco y pasó mucho tiempo en el cual se siguió cumpliendo aquella disposición hasta que llegó un nuevo jefe que la cuestionó y tras saber su origen la dio por finalizada. 

  Vale preguntarnos: ¿cuántos bancos pintados existen a nuestro alrededor y seguimos vigilándolos una vez secos? Es porque partimos de que “está establecido de esa forma”, “así ha sido siempre”, y el miedo a implementar cambios sin tener la certeza de que van a funcionar nos detiene.

  Generamos apego a nuestros hábitos y cualquier fuerza externa que nos empuje a modificarlos puede provocar una reacción contraria. De acuerdo con los especialistas, las rutinas pueden ser sanas o perjudiciales, complicadas o simples, largas o cortas, pero tienen en común que resultan totalmente predecibles y fácilmente realizables, sin necesidad de reflexión previa ni atención consciente.

  De ahí que nos resulte más fácil seguir haciendo lo mismo cada día que plantearnos modificar algo porque no tenemos la certeza de que nos irá bien. Y esto se aplica tanto a nivel individual como de sociedad.

  Ejemplos hay muchos y van desde aquellos que permanecen en relaciones insatisfactorias con su pareja, corriendo el riesgo de acabar amargándose, porque tienen miedo de no encontrar a alguien con quien ser feliz, hasta quienes no están a gusto con el trabajo que realizan pero temen dejarlo e incursionar en otro sector laboral aunque pudiera aportarle mejores beneficios.

  Los cambios planteados por uno mismo necesitan ser graduales, factibles, planificados en la medida de lo posible, además de contar con la determinación y el compromiso imprescindible no solo para empezarlos, sino también para terminarlos y ver qué gratificación nos trajeron.

  El 2023  llegó a su fin y serán muchos los que se pregunten: ¿cómo puede pasar el tiempo tan rápido? se me ha escapado entre las manos.

  ¿Acaso en estos 12 meses existieron bancos pintados a nuestro alrededor que seguimos vigilando una vez secos?

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