Ciencia y tecnología

El disquete, más que el ícono de guardar

El disco magnético fue uno de los ingenios que hicieron posible la popularización de la informática. Todavía hoy una compañía los vende y se usa en procesos industriales

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Los metadatos en un documento de Microsoft Word permitieron a la policía de Kansas encontrar a un asesino en serie y cerrar un caso que todos daban por perdido en 2005, a más de 30 años de iniciados los sucesos.

Unos meses antes, siendo 2004, y en un último intento, los agentes tomaron muestras de ADN de miles de hombres que se sentían estigmatizados por ser señalados como el Asesino BTK (siglas en inglés de bind, torture, kill), y querían demostrar que no lo eran.

El sicópata que sí había cometido los asesinatos desde 1974, en un acto de arrogancia, dijo que enviaría un disquete para ver si la policía podía dar con su identidad. El cuerpo del orden respondió en un diario local que enviase el disquete si quería, y así hizo. Con ayuda tecnológica vincularon a un hombre llamado Dennis Rader con los hechos.

El 18 de agosto de 2005 Rader, que se declaró culpable, fue condenado a diez cadenas perpetuas, una por cada persona a la que mató. Lo curioso del caso es que en su arrogancia empleó una tecnología que creía obsoleta, la cual terminó por permitir a la policía hacer justicia.

Y aunque hoy el disquete, para la mayoría de los jóvenes, no es más que el ícono de salvar documentos, todavía existe un hombre que los vende y, en algunos casos, estos dispositivos son empleados para operaciones complejas.

Un negocio radiante

Tom Persky es el dueño de floppydisks.com, dominio de internet con sede en Estados Unidos que permite a quien lo desee comprar disquetes. La compañía se encarga de la venta y el reciclaje de los floppy disks, nombre en inglés de estos discos.

Hace dos décadas, dijo Persky en una entrevista con la web Eye on Design, se dedicaba al negocio del duplicado de información en disquetes. Con el tiempo y la aparición de nuevas tecnologías de almacenamiento, el negocio se expandió al duplicado de CD, DVD y hasta memorias USB.

Sin embargo, Persky nunca se deshizo de los disquetes, y hoy cuenta con un inventario de al menos medio millón de unidades en los tamaños de 8; 5,5 y 3,5 pulgadas, formatos en los que se fabricaban los disquetes.

Como el negocio también se dedica al reciclaje, afirma que recibe disquetes de varias partes del mundo, principalmente de Estados Unidos, y esto permite mantener un inventario relativamente estable.

Sobre sus clientes, explica que hoy vende muchos discos a aficionados de los disquetes, gente que quiere comprar diez, 20 o quizá 50 unidades. Sin embargo, sus mayores clientes son los usuarios industriales.

Así lo explica Persky: «Se trata de personas que utilizan los disquetes como medio para introducir y extraer información de una máquina. Imagina que estamos en 1990 y que estás construyendo una gran máquina industrial de un tipo u otro. La diseñas para que dure 50 años y quieres utilizar la mejor tecnología disponible. En aquella época, esto era un disquete de 3,5 pulgadas. Tomemos el ejemplo de la industria aérea. Probablemente la mitad de la flota aérea del mundo tiene hoy más de 20 años y todavía utiliza disquetes en algunos de los sistemas de aviación. Es un consumidor enorme.

«También están los equipos médicos, que necesitan disquetes para introducir y sacar la información de los dispositivos. Pero el mayor cliente de todos es probablemente el negocio del bordado. Miles y miles de máquinas que utilizan disquetes se fabricaron para esto, y todavía los utilizan. Incluso hay algunas empresas industriales que todavía utilizan cámaras Sony Mavica para hacer fotografías. La gran mayoría de lo que vendo es para estos usos industriales, pero también hay un elemento importante de aficionados».

El negocio de Persky es finito. Cuando su inventario termine, los disquetes pasarán a ser historia, aunque él confía que dure unos años más.

Tecnología que marcó época

Aunque su producción finalizó hace 11 años —fue Sony la última compañía que lo produjo— el disco magnético resultó uno de los ingenios que hicieron posible la popularización de la informática. Cuando aún los discos duros eran demasiados grandes y costosos, el uso de disquetes permitía el arranque y el funcionamiento de ordenadores personales. Se convirtieron en un medio de almacenamiento simple, popular y asequible.

Además de emplearse en ordenadores, los disquetes de 3,5 pulgadas y 1,44 MB de almacenamiento —el formato más popular— sirvieron como medio de almacenamiento también en dispositivos tales como teclados electrónicos y sintetizadores, equipos médicos o cámaras digitales, como los modelos Mavica de Sony.

El disquete también se ha asociado al almacenamiento de datos más allá de lo material, y es habitual encontrarlos aún en forma de ícono de numerosas aplicaciones como metáfora de la función de salvar o guardar datos. Hoy incluso se utiliza en casos en los que los datos ni siquiera se graban en un único y determinado soporte físico, sino en la nube.

Los disquetes de 3,5 pulgadas vieron incrementada su capacidad de almacenamiento a lo largo de los años. Sin variar su formato ni su aspecto exterior pasaron de almacenar 280 KB (los primeros modelos) y hasta los 1,44 MB (disco de alta densidad o HD) y 2,88 MB (disco ED).

El SuperDisk de 3M, que utilizó disquetes convencionales de 3,5 pulgadas, llegó a tener una capacidad de almacenamiento de hasta 240 MB. Sin embargo, su tardío desarrollo —llegó al mercado a finales de los años 90— hizo que no tuviera ningún éxito, según recuerda CrunchGear.

Ya entonces, como ahora, los disquetes habían sido superados por otros medios para el almacenamiento y para el intercambio de información. Los discos duros o fijos eran mucho más asequibles y capaces. Además de los discos ópticos, como los CD y los DVD, llegaron otros formatos magnéticos mucho más capaces como el Iomega Zip de 100 MB.

Finalmente, con la llegada del puerto USB e incluso de internet, para el intercambio de información entre ordenadores comenzaron a utilizarse más habitualmente los discos duros portátiles, las memorias USB o el correo electrónico.

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