Ciencia y tecnología

Sueños y presente: Diseñan nave de 58 km para llevar a 2.400 personas a Alfa Centauri

Casi parece un fake news por su semejanza con la ciencia ficción, por tantas películas y novelas en las que aparecen naves semejantes.

Sin embargo, es una información absolutamente real, aunque su pulseo entre utopía y distopía haga que sea difícil de asimilar.

Y no solo se hace difícil por su coqueteo con lo inimaginable, sino por el contraste de ese empeño con la realidad nada utópica que el mundo hoy vive.

Pero el Proyecto Hyperion parece tener muy anclada su visión solo en las estrellas y esta nave es el resultado de su convocatoria a profesionales de diversas disciplinas de todo el mundo para viajes interestelares. 

Un equipo de investigadores italianos integrado por un arquitecto y diseñador, una científica y un astrofísico, una ingeniera ambiental y una psicóloga, fue el ganador de esa convocatoria con su proyecto Chrysalis.

Se trata de una nave de 58 kilómetros de largo con una arquitectura cilíndrica y multicapa, con zonas específicas para Producción, Vida, Industria y almacenamiento.


Interior de la nave interestelar del proyecto Chrysalis. Foto: Proyecto Hyperion

No podría ser de otra forma porque la misión consta de siete etapas que necesitarán de, al menos, 400 años, para llegar al destino final.

La primera de esas etapas abarcará entre 70 y 80 años e incluye la selección de los tripulantes y su traslado a la Antártida, para que se adapten a entornos aislados. 

Luego, durante 25 años, la nave espacial será construida  en el llamado punto L1 de Lagrange del sistema Tierra-Luna, donde aprovecharán también recursos minerales lunares.

Como en 400 años de viaje pasan muchas cosas, Chrysalis no ha olvidado la planificación de la natalidad:  al despegar, llevará a bordo 250 hombres y 250 mujeres, todos de entre 25 y 28 años.

Podrán tener hijos entre los 28 y los 31 años, pero no más de dos. Y calculan que será la decimotercera generación la que aterrice en Alfa Centauri, a cuatro años luz. 

Consideran que, al margen de lo técnico,  “La parte más difícil, pero también interesante y estimulante, fue pensar en cómo los humanos a bordo de la nave espacial vivirían y concebirían su existencia a lo largo de múltiples generaciones”, de ahí la importancia del apoyo psicológico previsto.    

Suena todo muy bonito,  sobre todo si se considera lo afirmado por los autores del proyecto: “Trabajamos con la constante convicción de que Chrysalis podría convertirse en un proyecto coherente y real en el futuro, no solo en un estudio conceptual especulativo”.

No se ha dado a conocer ningún dato sobre el presupuesto. 

Pero sería igual muy bonito que, junto a tanto sueño de futuro, muchos equipos interdisciplinarios convocados por el sentido común y por las urgencias varias que hoy viven este planeta y sus habitantes, se pusieran a ver cómo nos salvamos, cómo sobrevivimos a tanto sinsentido de guerras, ambiciones geopolíticas, atropellos a derechos humanos, hambres, enfermedades, muertes… y no para dentro de 400 años.


Niños con hambre en Gaza. Foto: Getty Images

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