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Las abejas no son simples bichitos

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Recuerdo unos muñequitos animados sobre una colmena, un zángano y una rosa que lloraba. De niños repetíamos sus frases musicales para amenizar cualquier contexto. “¡Qué injusta es la vida!”, “fuera, fuera” y “si quieres que te quieran hay que trabajar” son solo algunas de ellas. Es un audiovisual corto que defiende valores a través de las abejas que siempre se les ve laboriosas de un lado a otro, organizadas.

Esa y otras imágenes infantiles nos mostraban a las abejas como animales incansables y centrados en su trabajo de hacer miel. Y en realidad es así, es su razón de ser, mueren por ello. Pero a menudo creemos que solo de eso se trata, y no.

Las abejas son fundamentales para la vida en el planeta porque son los mayores polinizadores, solo mucho después en la lista están mariposas, otros insectos, aves, incluso roedores y, por supuesto, los humanos. Y como todo es un sistema, su amenaza es un problema serio que genera desequilibrio.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) las abejas contribuyen a la seguridad alimentaria y de ellas depende un tercio de la producción mundial de productos para consumo humano. Suena serio, ¿verdad?

Pues resulta que en su constante andar de flor en flor recogen polen y lo esparcen por doquier. Entonces esto permite la reproducción de cultivos y plantas silvestres de todo tipo que, sin ellas, sería imposible de lograr por mucho que intentemos hacerlo manualmente porque la eficiencia de las abejas es única.

Las abejas nos proporcionan miel, polen, jalea real, propóleo y cera. Son tan laboriosas que una sola puede visitar miles de flores en un solo día y no obstante, en toda su vida no logará recolectar ni siquiera la mitad de una cucharada de miel, por eso es necesario que sus colmenas sean más numerosas, contrario a lo que sucede en la actualidad.

Existen más de 20 mil subespecies de abejas y una sola colmena puede contar miles de ellas. Funcionan como una organización, poseen niveles de jerarquía y cada cual sabe qué tarea debe cumplir. Hay abejas obreras que producen, otras que protegen el panal o lo mantienen ventilado y limpio, así como está la Reina dedicada a la reproducción y a controlar, y los zánganos para el apareamiento.

Es culpa del ser humano que hoy las abejas estén en peligro. El uso de pesticidas y la contaminación atmosférica son las principales causas de la pérdida de hábitats y la disminución acelerada de sus poblaciones en todo el mundo. Muerte y desplazamientos forzosos es lo que provocamos sin evaluar las consecuencias para la vida en la tierra porque no solo garantizan la supervivencia de plantas y mejoran los sistemas de producción agrícola, regeneran bosques, aumentan la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático.

Es tan importante su función que hasta existe un Día Mundial de la Abeja reconocido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y es el 20 de mayo. Cualquier momento es ideal para plantar flores en balcones, portales, terrazas, patios y jardines porque donde haya flores habrá abejas y de ese modo estaremos aportando a la diversidad biológica.

No inculquemos miedo a los niños, no les digamos que son malas porque pican. No es así. Las abejas no andan buscando un trozo de piel humana para encajar su aguijón, ellas solo quieren no ser molestadas y continuar con sus faenas. Expliquemos que son vitales para la subsistencia, insustituibles, que sin ellas colapsaría la ecología y la producción de alimentos, sería devastador.

Su desaparición impactaría en la naturaleza con tremenda fuerza. Comenzaría con la extinción masiva de plantas, y por tanto afectaría la biodiversidad porque muchos animales morirían por no encontrar las frutas, semillas o néctar de flores imprescindibles para su nutrición.  La vida es un sistema. Las personas sufriríamos el hambre mundial sin nutrientes esenciales que obtenemos de la naturaleza.  

Al mismo tiempo, con la escasez de cultivos aumentaría la desertificación y erosión de suelos.  Todo esto con la llegada de una crisis económica global por la agricultura paralizada que se traduce en desempleo, pobreza y mala salud.

Así que, no, las abejas no son simples bichitos que debemos espantar para que no nos piquen. Las abejas son insectos imprescindibles para la vida en el planeta y nos conviene ayudarlas en su incansable labor de producir miel y demás productos. Gracias a ellas el mundo no solo es más colorido, por las flores, sino equilibrado y diverso.

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