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Héroes del silencio necesario

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El 26 de marzo de 1959, apenas tres meses después del triunfo rebelde, surgieron los Órganos de la Seguridad del Estado, verdadero escudo contra el que se han estrellado miles de intentos de destruir a la Revolución Cubana mediante sabotajes, atentados y toda forma de terrorismo.

Al fusionarse el Departamento de Investigación del Ejército Rebelde, la Inteligencia de la Marina y el G-2 de la Policía Nacional Revolucionaria, por indicaciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y respondiendo a una necesidad histórica, comenzaba con esta nueva estructura una etapa superior en el enfrentamiento al enemigo, obsesionado en derrocar el Gobierno Revolucionario y eliminar a sus máximos líderes, lo que se convertiría en meta incumplida de las sucesivas administraciones norteamericanas hasta la actualidad.

Un ejemplo de ello fue la invasión mercenaria en abril de 1961 por Playa Girón, organizada por la Agencia Central de Inteligencia y convertida en menos de 72 horas en la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América.  

Como ese intento, otros procedimientos fracasarían frente a la radicalización del proceso revolucionario, en el que han desempeñado un rol importante los Órganos de la Seguridad del Estado, que Fidel concibió debían nutrirse de los mejores cuadros de vanguardia de las organizaciones revolucionarias que participaron en la insurrección y que estuvieran preparados para defender el rumbo socialista que en el futuro inmediato tendría el proyecto social cubano, en unidad permanente con el pueblo como principal aliado.

Así ha sido desde entonces hasta nuestros días. Por ello, están más vigentes que nunca las palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz, expresadas en un mensaje por el aniversario 60 de este imprescindible baluarte: «Cuando los enemigos siguen desafiando el presente y el futuro de la patria, sus conquistas y aspiraciones sagradas, aunque con métodos diferentes y sutiles, son necesarios más que nunca los Órganos de la Seguridad del Estado».

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