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Que los fuegos artificiales también sean por la amistad

Justo cuando la Federación de Rusia celebra su día, el Primer Ministro cubano comienza su programa de actividades en la capital moscovita

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Foto: Estudios Revolución

Moscú, Federación de Rusia.–El rojo, blanco y azul, sus colores identificativos, son más abundantes por estos días en las calles y lugares emblemáticos. Hay fiestas, competiciones deportivas, inauguración de exposiciones, conciertos y exhibiciones de fuegos artificiales. El esplendor y los desfiles marcan la ocasión en muchas ciudades, pero ninguna más que en Moscú. Y es que la Federación de Rusia celebra este lunes su día.

La cercanía de la fecha podía observarse ayer en los alrededores de la Plaza Roja y del Kremlin, testigos insuperables de la historia de esta nación y su capital. El sitio más famoso de Moscú, incluido también entre las plazas más visitadas del mundo, estaba colmado de personas de todas las edades. Los más jóvenes llevaban en su rostro pintada la enseña nacional, y daba gusto ver cómo en familia se anudan el patriotismo y los valores morales.

Sin duda, la capital de Rusia es una urbe vibrante que esconde lugares sorprendentes, y muestra la vitalidad y encanto con su paisaje urbano rico en arte, arquitectura, cultura y majestuosidad. Las temperaturas ahora alcanzan hasta los 17 grados, que no es mucho para sus habitantes, aunque sí para quienes venimos de los calores caribeños. La ciudad, con una resplandeciente combinación entre lo antiguo y lo moderno, y con una limpieza y hermosura como pocas, atrapa a los recién llegados.

Recorrerla por estos días es una enriquecedora oportunidad, pues se ha convertido en un símbolo de unidad nacional y en un recuerdo de la responsabilidad ante el futuro, porque, como ha dicho el mandatario ruso, Vladímir Putin, «hoy somos especialmente conscientes de lo importante que es para la Patria, para nuestra sociedad, para el pueblo estar unidos».

Por esas coincidencias que tiene el destino de dos pueblos amigos, este lunes, el miembro del Buró Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz, comienza su programa de actividades en la capital rusa, luego de participar, en la ciudad de Sochi, en la reunión del Consejo Intergubernamental Eurasiático y en el iii Congreso Euroasiático, y cumplimentar una importante agenda con la cual se afianzaron nuestros vínculos con la Unión, como Estado observador.

Viene en nombre de la Mayor de las Antillas a una nación hermana, con la cual se restablecieron relaciones diplomáticas hace más de 60 años, y que se consolidaron con el aliento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, «un amigo sincero y fiable de Rusia», al decir del mandatario ruso.

Tienen también su impronta en aquel encuentro del joven Raúl Castro Ruz, hace casi siete décadas, cuando a bordo del barco Andrea Gritti conoció casualmente a Nikolai Leonov, un gran amigo de Cuba. Desde entonces, el General de Ejército –quien regresaba a la Patria, luego de asistir a la Conferencia Internacional sobre los Derechos de la Juventud, celebrada en Viena, en el verano de 1953– ha contribuido a profundizar los nexos entre dos pueblos que se tienen una admiración mutua.

Sus visitas a la nación eslava –la última de ellas en 2015, para asistir a los homenajes por el aniversario 70 de la derrota del fascismo, una celebración «a la que no podía faltar» por la «amistad que aún se conserva», y que incluyó un encuentro con el presidente Vladímir Putin– fue

demostración de que juntos seguiríamos trazando una hoja de ruta por el futuro de nuestros pueblos.

Como expresó en 2018 el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el gigante euroasiático «es un país entrañable, un pueblo hermano cuyas relaciones datan de muchos años». En la actualidad esos lazos de amistad son excelentes, cuentan con una prioridad otorgada por ambos Gobiernos, y han sido calificados como estratégicos en múltiples ocasiones.

En días como estos vale recordar que la generosa mano rusa ha estado entre las primeras que se extendieron para apoyarnos en momentos cruciales, como el pico pandémico durante la covid-19, la explosión en el Saratoga, el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas y el ciclón Ian, por solo citar los más recientes, como lo resumió el propio

Díaz-Canel durante su intervención especial ante la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento ruso), en noviembre pasado, de visita oficial en la nación.

De valioso, amistoso y dirigido a impulsar las relaciones bilaterales en todos los campos de interés y beneficio mutuo, principalmente en las esferas de la energía, la metalurgia, el transporte y la biotecnología, ha sido calificado el diálogo mantenido durante este tiempo. Y ello lo ha confirmado el propio mandatario ruso, quien, al recibir al Jefe de Estado cubano, en noviembre último, aseguró que tenía «una maravillosa oportunidad de analizar todo con usted, lo que se ha hecho últimamente, lo que debería hacerse en las difíciles condiciones de hoy; de hecho, probablemente nunca hayan sido simples.

«Usted sabe que la Unión Soviética y Rusia siempre –aún hoy– han apoyado y siguen apoyando al pueblo cubano en su lucha por la independencia, por la soberanía. Siempre nos hemos opuesto a todo tipo de restricciones, embargos, bloqueos, etc.», señaló el mandatario, quien exhortó a avanzar y fortalecer la cooperación «sobre la base de esta sólida amistad, por supuesto, teniendo en cuenta las condiciones actuales».

Precisamente, es en este contexto de ampliación y consolidación de los vínculos que se realiza la primera visita a Rusia de Marrero Cruz como Primer Ministro, la cual prevé, entre otras actividades, encuentros con altos dirigentes, intercambios con la misión diplomática cubana en este país y con representantes del movimiento de solidaridad; así como espacios para el homenaje a una hermandad que ha trascendido todos los desafíos de la historia.

Son tiempos en que nuestras relaciones continúan fortaleciéndose, y ambos países comparten el interés de aumentarlas en lo económico y lo comercial, por lo que se exploran y concretan nuevas posibilidades para materializar este propósito, en proyectos vinculados al Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.

Esta estancia del Primer Ministro y la delegación que le acompaña da continuidad a la visita que realizara Díaz-Canel, en noviembre último, y confirma el «amor que Cuba siente por Rusia», como expresó el Jefe de Estado, quien añadió que eso «nos identifica también en momentos tan difíciles como los que vivimos ambos países, asediados por las sanciones que impone Occidente». Entonces, apostemos porque los fuegos artificiales que hoy alumbren sean también demostración de que La Habana y Moscú son una familia muy especial.

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