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La unidad y la esperanza son claves para Cuba

«Son más los que nos aman y construyen que los que nos odian y destruyen»

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Hoy es esencial para Cuba y el mundo la espiritualidad como elemento de unidad y acercamiento. Foto: Ariel Cecilio Lemus

Camagüey.–Bajo la máxima de la unidad como vocación y testimonio de la iglesia transcurrió en esta ciudad, a finales de 2022, el Simposio Teológico y Pastoral organizado por el Consejo de Iglesias de Cuba en homenaje al reverendo Pablo Odén Marichal Rodríguez, prestigioso líder ecuménico fallecido en 2022.

Al encuentro acudieron varias generaciones practicantes de distintas doctrinas de la fe cristiana, en representación de los cerca de 50 miembros del Consejo, entre iglesias de diferentes denominaciones, movimientos e instituciones ecuménicas, articulados todos en pos del bien común.

En medio de las intensas sesiones de trabajo, su presidente, Joel Ortega Dopico, compartió con la prensa sustanciales reflexiones sobre el papel de esa confraternidad en el contexto actual, cuando resulta imprescindible para la Cuba y la iglesia de hoy buscar la unidad entre tanta diversidad.

«La unidad –comentó– tiene que ver con el ecumenismo, con el término griego que significa la “casa de todos”, en la que cada cual, cada sector de la sociedad tiene su misión específica, como la tenemos los que formamos parte del Consejo de Iglesias de Cuba en función del servicio a los demás».

 Se trata, al decir del pastor, de mostrar esa unidad entre las iglesias a través de acciones y compromisos sociales concretos, independientemente de sus raíces históricas y culturales, de sus tradiciones y doctrinas; todo eso pasa a un segundo plano para enfocarse en las necesidades espirituales y materiales del pueblo.

Al respecto, puso el ejemplo de lo sucedido en Pinar del Río tras el paso del huracán Ian: «Si vamos a dar una respuesta a la emergencia, a la ayuda humanitaria que hay que realizar allí, lo hacemos de conjunto, buscamos a las iglesias que están en el lugar y todos nos unimos en esa acción solidaria».

UNIDOS PARA SERVIR

Joel Ortega Dopico explicó que el Simposio dedicó buena parte de su espacio a analizar cómo ser más efectivos en la acción de las iglesias en la sociedad, sobre todo en un tema que resulta esencial, no solo para Cuba sino para el mundo, que es la espiritualidad, en tanto elemento de unidad y de acercamiento.

«Cuando decimos esto –subrayó–, nos referimos a cómo las iglesias pueden unirse para ayudar a las familias, a los ancianos, a las mujeres, a los niños y jóvenes, a los reclusos, a las personas en situación de discapacidad, a través de la interacción y del diálogo permanente con el Estado y sus instituciones».

En ello, apuntó el pastor, radica la responsabilidad de la iglesia como actor social en la Cuba de hoy; de ahí su lema Unidos para servir: «Mostramos el amor de Dios al mundo en el servicio cotidiano en muchas esferas de la vida, y en cambiar nosotros también, en la medida en que cambia la “casa” que habitamos».

«Todo tiene que ver –agregó– con la dignidad humana, con los derechos de las personas y con la libertad de los cubanos de vivir plenamente en Cuba y de nuestra vocación de unidad como creyentes, que es la vocación de Dios, en la que no caben el odio, el rencor, la discordia y las cosas negativas de la vida».

Ortega Dopico aseguró que la iglesia vive hoy un momento histórico, con muchas oportunidades que aprovechar, y también con muchos desafíos, como los tienen todos los cubanos, en los cuales cada vez son más las convergencias con el Estado en la acción para realizar por el bien de todo el pueblo.

EL MUNDO EN CUBA, CUBA EN EL MUNDO

El Presidente del Consejo de Iglesias de Cuba afirmó que en ese empeño común siempre han contado con el acompañamiento de hermanos y hermanas de fe que en el mundo se solidarizan con el proyecto social cubano y rechazan todo lo que atente contra la voluntad mayoritaria de hacer del país una «casa» mejor.

Para ilustrarlo, mencionó cómo la voz de las iglesias cubanas y estadounidenses ha estado presente en distintos escenarios a favor del mejoramiento de las relaciones de respeto mutuo entre ambos países, un puente de amistad y de comprensión que se ha mantenido a pesar de tantos inconvenientes.

La más reciente muestra de respaldo se produjo en septiembre pasado, en la celebración de la Oncena Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, que aprobó una resolución de condena al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto hace más de 60 años por el Gobierno de Estados Unidos a Cuba.

«El bloqueo –aseveró– no busca solo afectar la cuestión material, sino impactar negativamente sobre la espiritualidad de las personas. Se trata de atacar la dignidad de los cubanos, sus derechos más elementales, y negar el acceso a la satisfacción de sus necesidades básicas, generando una situación de crisis».

Reconoció que Cuba, con pocos recursos y tantas cosas en contra, lo que ha hecho es una proeza: «Son más los que nos aman y construyen que los que nos odian y destruyen. Aunque estos sean muy poderosos y cuenten con todo el armamento del mundo, no podrán derrotarnos. Esa es la historia de David y Goliat».

NO PERDER JAMÁS LA ESPERANZA

Joel Ortega Dopico se refirió al año recién concluido, como un periodo de duras pruebas para el país, por las sanciones estadounidenses, la crisis económica y la contingencia energética, entre otros avatares que han repercutido de manera notable en la calidad de vida de las familias cubanas.

«La iglesia –expresó– responde ante eso con lo que es para nosotros central e importante: la esperanza. Estamos convencidos y creemos que la esperanza es posible, como quedó demostrado al enfrentar los graves desafíos de la pandemia de la COVID-19, lo que permitió reencontrarnos presencialmente».

Recordó el pastor que, en todo ese periodo, se redoblaron los servicios de la iglesia con el propósito de traer a Cuba medios de protección y de diagnóstico, medicamentos, equipos, insumos y alimentos, articulados de manera estrecha con organizaciones internacionales y con el Ministerio de Salud Pública.

«La propuesta del Consejo de Iglesias de Cuba, que coincide con el proyecto social cubano, es una propuesta de unidad, de articulación, de vida. Creemos que la igualdad es posible. Tal vez hoy para muchos en el mundo parezca un sueño lejano, pero nosotros hemos luchado y lucharemos por hacerlo realidad.

«Nos une –añadió– un mismo amor por las personas, por la gente. Como nación, no podemos perder de vista ese horizonte, porque a veces en el horizonte hay nubes negras también que se obstinan en impedir poder divisar eso que la iglesia llama el reinado de Dios. A ello no vamos a renunciar».

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