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Metáfora de la isla en fuga y otros mitos (anti)cubanos

emigración. cubanos

Hoy hay coros en el metaverso entonando baladas nostálgicas sobre la emigración cubana. Politizando. Se asume el asunto como un indicador del fracaso del modelo socialista; como una derrota de la sociedad de la que, se presume, la gente o escapa, o se exilia.

Me pregunto cuándo se instaló el socialismo en Haití, Honduras, El Salvador, Guatemala o México, emisores principales de almas migratorias hacia los EE.UU. ¿Cuándo llegó el socialismo al norte de África para empujar gente hacia el Mediterráneo? Y no era que se había caído el comunismo en Europa del Este? Cómo es que tanta gente pobre y desesperanzada brinca hacia las capitales occidentales, para alimentar manos de obra baratas, prostíbulos y clubes de lavado.

Hay que dejarse de tanta tontería!!!

Y dejar de andar citando a medias a Martí, un emigrante de su tiempo; un desterrado al que no pudo impedir su regreso ni un ejército imperial en fila: «€œsalto, dicha grande»€, desde un bote milagroso donde llevó el remo de proa, bajo el temporal.

Tenemos el derecho a migrar y lo ejercemos. No es correcto justificar la decisión maldiciendo al país. Sobre todo si quien decide emigrar no escapa de un conflicto potencialmente mortal; de calles inseguras copadas por bandas; de miseria extrema y hambre; de postguerra; de carencia de atención médica; de ausencia de derechos al estudio o el trabajo; y tantos etcétera.

La emigración es parte de la nación. Con valentía hay que decir que el esfuerzo de cubanos afuera, ha sido vital para sostener a miles de familias aquí, y que ese aporte a la economía de la isla es inmenso y lo seguirá siendo.

Hace falta aterrizar el «€œvivir mejor»€ que ofrece el capitalismo y no suponer que los que se van no tenían nada, sino que decidieron que no tenían suficiente. Esa decisión es muy personal y cada quién sabe lo suyo.

Se ajusta muy bien a los narradores de la reinstauración capitalista el mito de la isla en fuga. Si todos se van: ¿quién hizo las vacunas? ¿Quién la puso en el brazo de mi hijo de cinco años? ¿Quién los cuida cuando estoy en el trabajo? ¿Quiénes trabajan junto a nosotros? ¿Quién sembró lo que nos comemos? ¿Quién maneja la guagua donde nos apretamos para llegar a alguna parte, a ritmo de reggaeton? ¿Quién custodia mis calles? ¿Quién se empeña en resistir la agresión? Esa que existe para eso; para que la gente pierda la esperanza, se canse, se moleste, se quiebre.

Todos extrañamos a alguien. Y ese vacío no se llena con nada. Pero cuando vayamos a buscar culpables, pensemos que si mañana se acabaran los bloqueos y las agresiones, miles de cubanos regresarían a una patria más próspera, que un día no pudo satisfacer sus aspiraciones materiales o del espíritu. Que los jóvenes se vayan es parte de la guerra contra la isla. Por eso se cerró el deshielo, y todo se volvió a congelar. La gente cogió otro aire, dejó de lanzarse al mar y muchas cosas buenas florecieron. ¿Acaso fue el Gobierno cubano el que cerró esa puerta en la cara? 

Que se reconozca a los verdaderos culpables; que asumamos con valentía y autocrítica el por ciento que nos toque de la culpa; que se acaben bloqueos y divisiones; que las familias se junten y no se quiebren en viajes arriesgados, en busca de tierras prometidas.

Tomado de Cubadebate

Medio de información alternativa que alerta sobre campañas de difamación contra Cuba. Publica noticias y análisis con un tratamiento objetivo de los hechos. Muestra los intereses que el poder global oculta para mantener sus privilegios. UCI, La Habana, Cuba. editor@cubadebate.cu

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