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El crimen de Barbados y el terrorismo contra Cuba

El crimen de Barbados no puede verse ajeno al contexto de agresiones a la Revolución cubana por parte de Estados Unidos y las intenciones de hegemonía sobre Latinoamérica del país norteño»€¦

El crimen de Barbados y el terrorismo contra Cuba
Pasarán muchos años y el pueblo cubano recordará, condenará y aborrecerá en lo más profundo de su espíritu el horrible crimen de Barbados

El 6 de octubre de 1976 el pueblo cubano, y otras muchas personas en el mundo, se estremecieron con la noticia de la explosión en el aire de un avión cubano, procedente de Barbados, como consecuencia de un acto terrorista. Se había producido una acción de extrema crueldad que costó la vida a 73 personas: 57 cubanos, 11 guyaneses y 5 coreanos. Muchos pudieran preguntarse, ¿cómo es posible que seres humanos realicen un acto criminal como ese? ¿Quiénes lo hicieron y por qué? ¿qué objetivo perseguían?

Lo primero que hay que tomar en cuenta es la sostenida hostilidad desde 1959 a la Revolución Cubana con base esencial en los Estados Unidos. Se debe también atender a la situación continental y la política estadounidense en aquel momento, además de la resistencia del pueblo cubano que había derrotado la invasión de Girón en 1961 y a las bandas de alzados que se promovieron en la década del sesenta. También otro aspecto esencial fueron los avances de esa Revolución que, desde su política de plena soberanía nacional y de búsqueda de justicia social, contaba con el apoyo absolutamente mayoritario del pueblo cubano que, desde la disposición combativa a través de la Milicia Nacional Revolucionaria, los Comités de Defensa de la Revolución y otros,  se movilizaba y proclamaba en actos públicos: «€œFidel, que tiene Fidel que los americanos no pueden con él»€ o «€œFidel, seguro, «¡a los yanquis dales duro!»€

A nivel continental se habían producido hechos que, de alguna manera, retaban la hegemonía norteña y su política anticubana pues la Asamblea General de la OEA de abril de 1973 había aprobado el «€œpluralismo ideológico»€ como parte del sistema, cuando varios países habían restablecido relaciones con Cuba y, en 1975, la XVI Reunión de Consulta en San José, Costa Rica, aprobó el derecho a normalizar las relaciones con Cuba por cada país que lo considerara. Junto a estos hechos, estaba el movimiento hacia la posible unidad latinoamericana que tuvo en la fundación del SELA (Sistema Económico Latinoamericano) en 1975 un momento importante, a lo que se añadía la presencia de gobiernos de corte progresista en el hemisferio.

Frente al avance de las luchas continentales y la consolidación de la Revolución cubana, el imperio del Norte desplegó una política agresiva y desestabilizadora de esos gobiernos progresistas, lo que se puede ejemplificar con el golpe en Brasil contra Joao Goulart en 1964, en Guyana fue derrocado Cheddi Jagan, en 1965 fue la invasión a República Dominicana, en 1966 el golpe en Argentina contra Alberto Illia por el general Onganía, en 1969 aplicaron medidas contra los gobiernos de Omar Torrijos en Panamá y Juan Velasco Alvarado de Perú, en 1971 el golpe de Estado en Bolivia contra el general Juan José Torres y en 1973 el golpe en Chile contra Salvador Allende. Todo esto se acompañó con la instauración de «€œjuntas militares»€, el fomento de modelos alternativos de desarrollo capitalista y, en la década del 70, la implementación de la Operación Cóndor, con la represión feroz desatada por los gobiernos militares con entrenamiento, asesoramiento y participación de la CIA.

El 25 de octubre de 1974, el director de la CIA, William Colby había planteado:
«€œEstados Unidos tiene derecho a actuar ilegalmente en cualquier región del mundo, acumular investigaciones en los demás países y hasta llevar a cabo operaciones tales como la intromisión en los asuntos internos chilenos»€. En esas condiciones, la existencia de la Revolución Cubana resultaba cada vez más molesta, por cuanto debilitaba la posición hegemónica en la zona donde su dominio había sido indiscutido y que se mostraba como su «€œpatio trasero»€. Por tanto, las acciones contra Cuba eran parte de la política imperial de entonces, lo que no ha cambiado.

Los autores materiales e intelectuales del horrendo crimen fueron denunciados con pruebas irrefutables, así como su vinculación con los grupos agresivos de origen cubano asentados en el vecino país desde 1959 y con la CIA como instancia fundamental para contactos, financiamiento, abastecimiento y la formulación de planes.

En su discurso del 15 de octubre, en la despedida de duelo a las víctimas de aquella acción, cuando se dio sepultura a los pocos restos rescatados, Fidel afirmó que la CIA había tenido una participación directa en aquel hecho, con el empleo de mercenarios que por dinero eran capaces de tal crimen, y expuso una relación de actos terroristas contra Cuba realizados en ese año. Ante tales agresiones, el líder cubano anunció la cancelación del acuerdo firmado entre los dos gobiernos en 1973 sobre piratería aérea, marítima y otros delitos debido al incumplimiento por los Estados Unidos.

La denuncia incluyó la revelación de instrucciones de la oficina central de la CIA con el texto: «€œ¿Cuál es la reacción oficial y particular sobre ataques de bombas contra oficinas cubanas en el extranjero? ¿Qué van a hacer para evitarlas y prevenirlas? ¿De quién se sospecha como responsables? ¿Habrá represalias?»€ Días antes, el 9 de octubre, en un mensaje a un agente en La Habana se decía: «€œFavor informar primera oportunidad cualquier dato respecto asistencia Fidel ceremonia primer aniversario independencia de Angola día 11 de noviembre. Caso afirmativo, tratar de averiguar itinerario completo visita Fidel otros países mismo viaje.»€ La revelación implicaba «€œquemar»€ la fuente de información, pero la gravedad de los hechos obligaba a eso.

Los cuatro autores del crimen, intelectuales y directos, que estaban detenidos en Venezuela, país donde residían y donde se fraguó el sabotaje, en conversaciones con la periodista Alicia Herrera pusieron en evidencia su participación en aquel acto y en otros muchos, así como su vinculación con los Estados Unidos y la CIA.

Orlando Bosch le dijo que «€œlos cubanos esperamos demasiado de los americanos, creíamos que Estados Unidos nos iba a resolver el problema de rescatar a Cuba de las garras del comunismo, como nos lo prometieron tantas veces.»€ Y comentaba que los habían enseñado desde hacer bombas hasta manejar armas sofisticadas.

Bosch se lamentaba de que no hubieran lanzado bombas en Cuba como lo hacían en Viet Nam. El relato de la periodista venezolana muestra cómo Bosch y Luis Posada Carriles se vanagloriaban de los crímenes que habían organizado y cometido, de sus relaciones dentro de los Estados Unidos, y la CIA en especial, y con algunos grupos políticos en países latinoamericanos donde habían prestado servicios, como la propia Venezuela y el Chile de Pinochet.  En esas conversaciones, uno de los autores del crimen, el venezolano Freddy Lugo, le confesó esa autoría y los detalles, cuando expresó: «€œPusimos la bomba»€¦ ¿y qué?«€

El crimen de Barbados no puede verse ajeno a ese contexto de agresiones a la Revolución cubana, dentro de un marco continental de extrema violencia por parte de los Estados Unidos, lo que explica la ejecución de tan horrendo acto terrorista.

El pueblo cubano se estremeció ante esta enorme crueldad y asistió masivamente a rendir tributo a las víctimas y condenar la agresión. Entonces, Fidel dijo: «€œNo podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. «¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!»€ Esas palabras han permanecido en el recuerdo de este pueblo que mantiene la condena a tan horribles acciones y a sus responsables.

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