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Las cuatro vacunas de la soberanía

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Cuba fue el primer país de América Latina y el Caribe en recibir la autorización para comenzar los ensayos clínicos de un candidato vacunal contra la COVID-19, el Soberana 01, en agosto del pasado año.

Para noviembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó un segundo candidato nacional (Soberana 02) en el sitio oficial de proyectos en fases de ensayos clínicos contra la enfermedad. Los dos son desarrollados por el Instituto Finlay de Vacunas.

En el mismo mes fue autorizado el inicio de los ensayos clínicos de los candidatos vacunales Mambisa y Abdala, a cargo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).

Propósito fundamental del país es alcanzar la soberanía tecnológica, de modo que disponer de vacunas nacionales contra el SARS-COV-2 constituye una manera de garantizarlo, algo doblemente válido en un momento tan especial, por crítico, de la historia de la humanidad.

Resulta motivo de orgullo crear, no ya una, sino cuatro potenciales vacunas, listas en un plazo próximo para combatir a un virus mortífero, en un país bloqueado, durante casi 60 años consecutivos, por el Gobierno estadounidense, cuya última administración castigó enfermizamente a nuestro pueblo, con unas 240 medidas que todavía permanecen.

El desarrollo de los cuatro candidatos vacunales «€“en ensayos clínicos»€“ avanza, en cuanto debe suponer la solución doméstica a una pandemia. Es un mérito solo posible gracias al empeño puesto siempre por la Revolución en el desarrollo de la ciencia y, como consecuencia, en virtud de la experiencia adquirida por los científicos de la rama biotecnológica.

A la industria biofarmaceútica nacional la antecede una historia de éxitos que ha permitido, por ejemplo, que el país cuente con un 100 % de cobertura en el programa de vacunación, indicador que lo sitúa a la vanguardia mundial y que ha permitido erradicar completamente enfermedades y disminuir los perjuicios provocados por otras.

Hace cerca de 30 años se administra en Cuba la vacuna contra la meningitis tipos B y C, la primera de su tipo a escala universal. A los avances en este frente también se debe la vacuna contra la hepatitis b, primera en obtener en América Latina la certificación de la OMS.

Debe añadirse, entre otras, la Heberpenta contra la difteria, el tétanos, la tos ferina, y otras afecciones; amén de la registrada contra la Haemophilus Influenzae tipo b (del mismo modo, primera en América Latina y la segunda de su tipo en el orbe).

Los cubanos, por tanto, creemos en nuestros científicos, y confiamos en la eficacia de Soberana 01, Soberana 02, Mambisa y Abdala.

Los pronósticos para el actual año, de cara a una inmunización masiva, son halagüeños. Las cuatro vacunas de la soberanía protegerán a este pueblo digno y gigante, del cual son sus legítimas hijas. Mientras ellas llegan, mantengámonos inmunizados con la higiene y la responsabilidad individual.

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