Curiosas

Un paradero centenario

TERMINAL DE TRENES

El padre del escritor caibarienense Emilio Comas Paret contaba que, cuando era niño, no había mayor fiesta que ir a ver la llegada del tren al Paradero. Los voceadores vendían cuanto pudiera ser vendido, pero había uno que llamaba mucho la atención, y su curioso pregón descollaba por encima de los demás. Era un chino, de los muchos que trabajaban en una fonda «posada de mala muerte, aledaña al final de las paralelas. Y el chino, en el momento en que los pasajeros bajaban al andén, comenzaba a gritar en su media lengua: «Fonda Langallo, celquita palalelo, chinche no pica, moquito tá amalao» no necesita coche».

Dice la historia que en 1850 comenzó la construcción del ramal que unía al pueblo con el vecino Remedios, dice que el l3 de marzo de 1851 llegó la primera locomotora y que el Paradero fue inaugurado oficialmente el 14 de abril de 1851.

Cuentan también que, como la bahía de Caibarién es de poco calado, y el puerto verdadero está a 15 millas náuticas de tierra firme, en 1842 alguien tuvo la idea de construir un «ferrocarril cayero», es decir, montar la vía férrea uniendo los cayos y llegando hasta Cayo Francés, que es donde verdaderamente está el puerto. Nunca se logró.

En su momento, el Paradero del Ferrocarril se convirtió en una especie de centro cultural y comercial. A sus alrededores tenía el Hotel España, construido de madera a la manera de los palacios trinitarios, con amplias y frescas habitaciones muy cerca del mar.

A pocas cuadras tenía el Hotel Comercio, de mampostería y ladrillos, con varios pisos y cuartos con balcón a la calle; en su interior había un bar que le llamaban «El Frío del Comercio», porque tenía un aire acondicionado, y era oscuro como dicen que es el Averno.

Muy cerca estaba el Paseo de Martí, un amplio corredor de algo más de un kilómetro, con jardines y bancos para el descanso, y la estatua del Apóstol, en mármol de Carrara. El Paseo fue inaugurado el 24 de febrero de 1926 y la escultura develada el 7 de mayo de ese mismo año. Tenía además otro elemento «cultural»: el burdel, enorme, que se extendía a todo lo largo de la calle Sánchez Aballí, para satisfacer apetitos de viajeros y marinos que venían de otras latitudes.

Cercano a cumplir los 170 años el Paradero de Caibarién ya no luce sus galas de antaño y se encuentra cerrado por el deterioro propio del paso de los años, pero se encuentra entre las obras patrimoniales previstas a restaurar en el municipio durante este 2021.

Foto tomada de archivos históricos de la CMHS

Yudith Delgado Rodríguez

Yudith Delgado Rodríguez

Periodista, directora, locutora y guionista en CMHS Radio Caibarién.

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