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Intervino Díaz-Canel hoy en Asamblea General de la ONU (+ Video)

La representación cubana está integrada, además, por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla; el embajador, representante permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, Pedro Luis Pedroso Cuesta, y otros funcionarios de la Cancillería.

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Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, en el 31º Período virtual extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en respuesta a la COVID-19

(Versiones Taquigráficas «€“ Presidencia de la República)

Señor Secretario General;

Señor Presidente;

Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;

Jefes de delegaciones:

Quisiera agradecer a la República de Azerbaiyán, que preside el Movimiento de Países No Alineados, por la iniciativa que propició la convocatoria a este período extraordinario de sesiones de la Asamblea General.

Una respuesta coordinada a la COVID-19 y sus consecuencias, en consonancia con los protocolos y buenas prácticas de la Organización Mundial de la Salud, solo está en capacidad de promoverla a gran escala este órgano, el más universal y representativo de las Naciones Unidas.

Es un hecho triste pero incontestable que la pandemia ha exacerbado los graves problemas y colosales desafíos que ya enfrentaba la humanidad antes de su aparición.

Hablamos de guerras, incluidas las no convencionales; de uso y amenaza del uso de la fuerza y de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, pero también de la ausencia o precariedad de servicios de salud, educación y seguridad social, bajo las reglas ciegas del mercado y el intercambio desigual que prevalecen en el mundo.

Hoy son dramáticamente visibles los signos de lo que algunos expertos califican como la peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial, y nadie duda que el mayor peso de la crisis recaerá sobre los países del Sur, ya afectados por el abuso neoliberal, que ha profundizado los estragos de la pobreza.

La deuda externa de los países en desarrollo, pagada varias veces y acrecentada por la pandemia, cortando de tajo las aspiraciones de bienestar económico y social, es impagable y debe ser condonada.

En las actuales condiciones, urge el establecimiento de un orden internacional justo, democrático y equitativo. Es una condición para la supervivencia de la especie en un mundo cada vez más interconectado y paradójicamente desigual.

La COVID-19 ha puesto al desnudo el costo humano de esa desigualdad y develado la urgente necesidad de fortalecer los sistemas nacionales de salud, propiciar el acceso universal y gratuito a los servicios médicos básicos y garantizar la distribución equitativa de recursos vitales.

El mundo mira con estupor, por ejemplo, cómo Estados Unidos, responsable del 38 % del gasto militar global, es incapaz de responder por los más de 11 millones de contagiados y los más de 238 000 fallecidos por COVID-19 en ese país.

Una pregunta surge al observar el duro panorama de contagios, rebrotes y colapsos en los servicios de salud de naciones de envidiable prosperidad: ¿Por qué el enorme presupuesto que hoy se dilapida en la carrera armamentista no se emplea para enfrentar esta y otras pandemias más antiguas como el hambre y la pobreza?

Señor Presidente:

Desde la aparición del SarsCoV-2 y ante la amenaza de que se convirtiera en pandemia, Cuba elaboró un Plan Nacional para su prevención y control. Su implementación se apoya en las fortalezas de nuestro sistema de salud, de probada calidad y alcance universal, y en el desarrollo científico del país.

Con modestia y también con sano orgullo, hoy podemos explicar al mundo cómo fue posible.

En Cuba hemos implementado un sistema de gestión del Gobierno basado en Ciencia e Innovación, que ha fertilizado las interconexiones entre los sectores del conocimiento, productivo, de los servicios y social.

Se trata de un sistema inclusivo, participativo, sistémico, transdisciplinario e intersectorial, que cristaliza y logra su mejor resultado en la robustez de los protocolos aplicados en el enfrentamiento a la COVID-19 y en la responsabilidad demostrada por nuestro pueblo.

Dicho en otras palabras: lo que hacemos es una expresión práctica de cómo opera el sistema social de Cuba, capaz de resolver o enfrentar exitosamente problemas muy complejos, centrando la labor del Gobierno en el ser humano como prioridad.

El papel de la ciencia y su articulación con la gestión gubernamental han sido fundamentales. Los relevantes logros alcanzados en la industria médico-farmacéutica y la biotecnología nos permiten enfrentar la enfermedad en mejores condiciones. Dos candidatos vacunales cubanos en fase de ensayos clínicos se incluyen entre los 47 registrados por la Organización Mundial de la Salud.

Fieles a nuestra vocación humanista, 53 brigadas médicas han apoyado el combate a la enfermedad en 39 países y territorios, las que se sumaron a las que ya prestaban servicio en 59 naciones.

Ello ha sido posible incluso bajo el pesado fardo del criminal e injusto bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, de su recrudecimiento sin precedentes y de una cínica campaña de descrédito contra nuestra cooperación médica internacional.

Denunciamos aquí esa conducta agresiva hacia Cuba y otras naciones soberanas y el anunciado intento de reimponer la Doctrina Monroe, quebrantando el Derecho Internacional y la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

Nuestro compromiso con los propósitos y principios que originaron esta Organización permanece inalterable. La voluntad de continuar trabajando a favor del multilateralismo, la solidaridad, la dignidad humana y la justicia social es firme y resuelta.

La emergencia planetaria en que nos ha sumido la COVID-19 suena como un nuevo llamado a la conciencia del mundo. Escuchemos esta vez. Sí se puede. Cuba es la prueba.

Muchas gracias.

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El Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, participa este jueves en el XXXI periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en respuesta a la pandemia de la COVID-19.

La representación cubana está integrada, además, por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla; el embajador, representante permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, Pedro Luis Pedroso Cuesta, y otros funcionarios de la Cancillería.

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Cuba salva, sana y siembra futuro

El período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU sobre la pandemia de la COVID-19 es una oportunidad para la comunidad internacional de evaluar y fortalecer su respuesta colectiva a esta pandemia.

Los dirigentes mundiales, los altos funcionarios del sistema de las Naciones Unidas y otras partes interesadas tendrán la oportunidad de entablar un diálogo sobre los efectos de la pandemia en los seres humanos, las sociedades y las economías, y debatir la respuesta coordinada y mundial necesaria para hacer frente a esta crisis.

Este período extraordinario de sesiones de dos días de duración permitirá que las partes interesadas compartan sus experiencias en la lucha contra la pandemia, evalúen la respuesta mundial hasta la fecha y elaboren una respuesta mundial centrada en las personas.

El primer día del período extraordinario de sesiones, el 3 de diciembre, consistirá en una sesión de apertura, seguida de un debate general en el que los Estados Miembros expondrán sus experiencias.

Al día siguiente, 4 de diciembre, se celebrará un diálogo interactivo que comprenderá una serie de mesas redondas sobre los principales retos tras las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y de la respuesta, incluida la respuesta sanitaria y humanitaria del sistema de la ONU hasta la fecha; el camino hacia una vacuna contra el COVID-19; los efectos socioeconómicos de la pandemia, y cómo mejorar la respuesta a la pandemia.

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EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS EL BLOQUEO RECIBE UN AMPLIO Y ABRUMADOR RECHAZO

El pasado 22 de octubre, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, presentó el Informe sobre el impacto del bloqueo de Estados Unidos a Cuba. Durante su intervención expresó que «es cínico decir ahora a los cubanos que el bloqueo no tiene impacto real»», cuando en este período, las numerosas regulaciones y disposiciones emitidas por el gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) contra Cuba alcanzaron niveles de hostilidad sin precedentes.

La posibilidad de establecer demandas al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton; el incremento de la persecución de las transacciones financieras y comerciales de Cuba; la prohibición de vuelos desde EE.UU. hacia todas las provincias cubanas, con excepción de La Habana; la persecución e intimidación a las empresas que envían suministros de combustible a Cuba, y la campaña de descrédito contra los programas de cooperación médica cubana, constituyen algunos de los ejemplos más distintivos, informó el Canciller cubano.

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LAS DIFICULTADES EN ESTE MINUTO SIGUEN SIENDO DESCOMUNALES

Desde abril de 2019 hasta marzo de 2020, el bloqueo ha causado pérdidas a Cuba en el orden de los 5 mil 570.3 millones de dólares. Esto representa un incremento de alrededor de mil 226 millones de dólares con respecto al período anterior.

Por primera vez, el monto total de las afectaciones ocasionadas por esta política en un año rebasa la barrera de los cinco mil millones de dólares, que ilustra hasta qué punto se ha intensificado el bloqueo en esta etapa.

Las afectaciones calculadas no contemplan las acciones del gobierno de los EE.UU. en el contexto de la pandemia de la COVID-19, debido a que exceden el cierre del período analizado.

A precios corrientes, los daños acumulados durante casi seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 144 mil 413.4 millones de dólares.

Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de un billón 98 mil 8 millones de dólares.

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Informe sobre las afectaciones del Bloqueo a Cuba en el año 2020

EE.UU. SE HA VALIDO DEL COMPONENTE EXTRATERRITORIAL, PARA PRIVAR DELIBERADAMENTE AL PUEBLO CUBANO, DE INSUMOS DE SALUD EN MEDIO DE LA PANDEMIA

En este contexto, el azote de una pandemia global como la COVID-19 ha supuesto retos notables para Cuba, y los esfuerzos del país para combatirla se han visto sensiblemente limitados por las regulaciones del bloqueo estadounidense.

El carácter genocida de esta política se ha reforzado en medio del enfrentamiento al nuevo coronavirus, puesto que el gobierno de los EE.UU. se ha valido de ella, y en particular de su componente extraterritorial, para privar deliberadamente al pueblo cubano de ventiladores pulmonares mecánicos, mascarillas, kits de diagnóstico, gafas protectoras, trajes, guantes, reactivos y otros insumos necesarios para el manejo de esta enfermedad.

La disponibilidad de estos recursos puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte para los pacientes portadores del virus, así como para el personal de la salud que los atiende.

Lo anterior no ha sido suficiente para el gobierno estadounidense, que también se ha lanzado en una cruzada para intentar desacreditar y obstaculizar la cooperación médica internacional que Cuba ofrece, divulgando calumnias y llegando al extremo de exigir a otros países que se abstengan de solicitarla, incluso en medio de la emergencia sanitaria creada por la COVID-19 en el mundo.

El bloqueo, con su extraterritorialidad, es una violación masiva y flagrante de los derechos de los ciudadanos en Cuba y a escala global, pues no solo intenta rendir por hambre y privaciones a nuestro pueblo, sino que constituye una grave violación del derecho internacional.

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, el bloqueo recibe un amplio y abrumador rechazo. No hay ámbito del comercio y la navegación, que no sea impactado por el bloqueo, que también afecta a los ciudadanos estadounidenses en sus vínculos con el pueblo de Cuba.

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