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Chávez, tú sigues naciendo (+Fotos)

Chávez es luz y faro, amor y pasión, coraje y valentía, presente y porvenir, alegría y compromiso, legado y continuidad, Patria y pueblo… Es el niño, adolescente, joven, hombre, militar, político, líder, presidente y Comandante que llevó la humildad de sus orígenes como una de sus más absolutas convicciones en su pensar y actuar, desde que llegó al mundo el 28 de julio de 1954, hasta su partida física el 5 de marzo de 2013.

Así, lo siento, así lo veo. E, inevitablemente, pensaba en Chávez —y pienso— mientras los venezolanos y las venezolanas fueron a las urnas este domingo. En otra jornada de civismo y democracia, regresaron los ciudadanos en edad electoral para ejercer nuevamente su derecho al voto en los actuales comicios municipales, así como para participar en la Consulta Popular Nacional de la Juventud. «Democracia participativa pensando en el bienestar de nuestra Patria, de nuestras ciudades», adelantada, desde Venezolana de Televisión, Freddy Alfred Nazareth Ñáñez Contreras, político, cantante y poeta venezolano, quien actualmente se desempeña como Ministro del Poder Popular para la de Comunicación e Información del Gobierno de Venezuela.

El también vicepresidente sectorial de Comunicación y Cultura resaltaba el hecho de que «por primera vez en la historia, vamos a elegir proyectos juveniles, proyectos comunitarios», a la vez que identificó a los alcaldes como las autoridades más próximas al ciudadano venezolano.  Para ser parte de la Consulta era requisito indispensable tener una edad mínima de 15 años, y para las elecciones municipales, 18.  

«Esto es una democracia completa, (…) no solo la democracia que cada cinco años te invita a votar, sino que luego de votar te invita a participar permanentemente por distintas causas y razones», agregó. Seguidamente, acotó que la participación e integración de los jóvenes a los procesos electorales permitirán una renovación nacional; «la elección de los proyectos juveniles es el gran plus», resaltó. Y cierto es: son las juventudes la fuerza más importante para seguir legitimando la obra conquistada, perfeccionando los sueños alcanzados con la suma otros, los de su tiempo.

Resulta igualmente histórico el momento en que está teniendo lugar la nueva contienda, la número 33 desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder, que viene a ser otra expresión del respaldo de las mayorías al propósito de consolidar la estrategia del Gobierno del Presidente Nicolás Maduros Moros de transformar el país y avanzar en la construcción de un nuevo Estado, que tenga como base el Poder Popular.

Porque unos y otros son parte del legado de Chávez, porque el pueblo salió a votar en las vísperas de su cumpleaños 71, porque ese bravo pueblo obtuvo mayoría abrumadora en alcaldías revolucionarias y hoy lunes vuelven a la calles de Caracas a una marcha en honor a su Comandante eterno y la nueva victoria electoral del presidente Nicolás Maduro Moros, le rindo tributo.

CHÁVEZ, DE SABANETA A LA ETERNIDAD

Cuentan que todo cambió en Sabaneta, en el estado venezolano de Barinas, cuando el segundo hijo del matrimonio de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Chávez asomó su cabecita y, en un llanto de vida, dijo aquí estoy. En una casita vieja de palma, con pisos y paredes de tierra, acababa de nacer un niño llanero que años después le devolvió la dignidad y la esperanza a los venezolanos y las venezolanas más pobres, silenciados, olvidados, analfabetos, discriminados, ignorados y explotados por las oligarquías de turno.

Chávez es alegría, deseos de ayudar al otro, canto, lluvia, rebeldía y compromiso, sentimientos y humanismo a flor de piel desde que tuvo conciencia que el mundo estaba patas arribas como diría Eduardo Galeano, uno de autores favoritos, y que había mucho por hacer y él, sin renunciar a su estirpe de alma llanera, estaba dispuesto a hacerlo. Y lo hizo desde su infancia, arropado, que no consentido, en los brazos de su abuela materna Rosa Inés, a quien en Sabaneta le llamaban «La negra Inés» y para Chávez siempre fue «mamá Inés». Ella le enseñó a leer y escribir, no sin resistencia, como su padre y él mismo contaron más de una vez, porque le encantaba jugar con sus hermanos, soñaba con ser pintor y hasta jugar béisbol en las Grandes Ligas. Pero, «mamá Inés» también le enseñó a cosechar maíz, naranja y lechosa (Frutabomba); con esta última se hacía el tradicional dulce arañas que el niño Hugo vendía para ayudar a su familia a sustentarse económicamente. De los sabrosos dulces de araña elaborados por la familia Chávez y la asombrosa destreza con que el pequeño Hugo los vendía se hablaba a diario en su tierra natal, tanto así, que lo hizo ganarse el apodo del «arañero de Sabaneta», algo que nunca olvidaría por las enseñanzas que le dejó.

Aquel niño, a quien hoy le celebramos, sí, en presente, su cumpleaños 71, era inteligente, alegre, inquieto, travieso, ocurrente, intuitivo y conversador… Le gustaba jugar con sus hermanos, retozar en el patio de la casa, treparse en los árboles que estaban en el patio donde vivía su abuela Inés.  Pero, el tiempo de estudiar era sagrado. «Tienes que aprender, Huguito», le decía «mamá Inés». «Quizá, de ahí viene mi pasión por la escritura, por la buena ortografía, no cometer ni un error», confesó ya de adulto en su Cuentos del Arañero, Cap. 1 Historias de familia, Yo vendría a buscarte. También su padre, Hugo de los Reyes Chávez, maestro de cuarto grado, era muy estricto en cuanto a los estudios, eso le dejó a sus hermanos y a él valiosas enseñanzas, y les decía: «Cuando tú no saques 20 considérate raspa’o».

Así, y bajo la amorosa rectitud de sus padres, maestros de educación primaria los dos, y de la abuela Inés, hizo estudios primarios en el grupo escolar Julián Pino. En su primer día de escuela a Hugo no le permitieron entrar, porque no tenía zapatos. «Llevaba unas alpargatitas viejas, las únicas que tenía. La abuela lloraba porque no le alcanzaban los dineros para comprarle zapatos», contó la tía de Chávez, Joaquina Frías, a los autores del libro Chávez Nuestro. Luego, hizo la secundaria básica en el Liceo Daniel Florencio O’Leary, del Estado de Barinas, y el 8 de agosto de 1971 ingresó en la Academia Militar de Venezuela, graduándose el julio de 1975 con el grado de subteniente de Artillería, especializado en Ciencias y Artes Militares, en la rama de Ingeniería, mención terrestre.

En estas últimas instituciones se interesó por la historia, comenzó a asomarse al acontecer de la región y el mundo, surgieron muchas preguntas, las preguntas sobre la Venezuela de entonces, cuyas respuestas no encajaban en sus ideales de un país mejor. Porque él soñaba con crear una nación fuerte, soberana e independiente de la influencia extranjera y digna ante el mundo. Como muchas veces dijo y confirmó después, ya la frente de los destinos de la nación, soñaba con mejorar las vidas de las personas, con erradicar la miseria de la pobreza y ofrecer a todos la oportunidad de una vida mejor, el buen vivir como lo llamaba él.

EL «POR AHORA» QUE FUE PARA SIEMPRE

En un rápido recuento de su vida de 1982 —marcado en la historia como el año del comienzo de su vida política— hasta el 6 de diciembre de 1998, cuando el 56,24 por ciento de los votantes lo eligió como Presidente Constitucional de la entonces República de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías protagonizó varias acciones que definieron para siempre su decisión inquebrantable de entregar hasta su propia vida a la Patria.

El joven oficial Hugo Chávez fundó en 1982 el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), en alusión a los doscientos años del natalicio de Simón Bolívar, que se cumplirían un año más tarde. En esa línea del tiempo, el Caracazo, en 1989, cuando las fuerzas del Ejército masacraron salvajemente a miles de manifestantes, provocaron su indignación y repudio. Desde la Comandancia de la Brigada de Paracaidistas «Coronel Antonio Nicolás Briceño», con base en Maracay, en 1991, escribió en secreto el Proyecto de gobierno de transición y el Anteproyecto Nacional «Simón Bolívar», programa que definiría su liderazgo entre los oficiales bolivarianos. El 4 de febrero de 1992 encabezó una rebelión que contó acciones simultáneas en Maracaibo, Caracas, Valencia y Maracay, contra el paquete de medidas neoliberales del Fondo Monetario Internacional, implementadas por el presidente venezolano de la época.

En uniforme de camuflaje y con boina roja, ese día aparece ante las cámaras para confirmar que «por ahora» no se habían logrado los objetivos del movimiento, por lo que asumía toda la responsabilidad y pedía a sus compañeros que retornasen a los cuarteles. Desde entonces, el Teniente Coronel de paracaidistas concitó el júbilo y el despertar de una buena parte del pueblo venezolano. Sufrió prisión por dos años y fue liberado por reclamo popular el 27 de marzo de 1994.

Luego, llegó el 14 de diciembre de 1994, un día memorable para Cuba y Venezuela, que los juntó más y para siempre.  El entonces teniente coronel Hugo Rafael Chávez acababa de salir de prisión y, en un gesto de valentía, aceptó la invitación que le cursara el Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler. Con sueños y convicciones, con el ansia de comenzar a construir una indestructible amistad, aterrizó en La Habana. Pero lo que no sabía él es que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz lo había ido a recibir personalmente, y con honores de Jefe de Estado. Allí lo esperó y, desde la misma la losa del aeropuerto internacional José Martí, dijo que no creía merecer esos honores, pero que aspiraba a merecerlo. Se creaba un vínculo entrañable, indestructible, cercano, entre Fidel y Chávez, entre Cuba y Venezuela, desde antes que este último fuera electo presidente. Entonces, «el mejor amigo de Cuba», se ganó muy tempranamente un lugar en el corazón de los habitantes de este archipiélago.  Como Presidente electo, visitó La Habana el 17 de enero de 1999.

Llegó febrero de 1999, y Chávez asume su primera magistratura y convoca a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución acorde con los nuevos tiempos venezolanos. El 9 de agosto de ese mismo año la Asamblea Nacional Constituyente le volvió a tomar juramento como primer mandatario de la República de Venezuela y el 15 de diciembre de 1999 el pueblo venezolano en referéndum aprobó por voto mayoritario la nueva Constitución Bolivariana… Y le dan un golpe de Estado. Fue en abril de 2002. Lo secuestran. Fuerte Tiuna, lugar de la primera parada. A la base naval en Turiamo lo llevan después, y desde allí escribe una nota dirigida a los venezolanos expresando: «No he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio». Lo envían a la Isla La Orchila con la intención de sacarlo del país, pero el pueblo tomó el Palacio de Miraflores y en la madrugada del 14 de abril el Presidente retorna a Miraflores y se dirigió al pueblo, en un discurso memorable en el cual llama a la calma.

Ni los golpistas pitiyanquis ni la oposición que orquestaron el hecho que cobró vidas inocentes, le perdonaron ese regreso triunfal. Tampoco el imperialismo yanqui.

Durante 14 años fue el Presidente Constitucional de Venezuela, acompañados por la mayoría de un pueblo que, en las urnas una y otra vez, refrendó su decisión: ¡Chávez no se va! También contó con el apoyo de las naciones dignas del continente «nuestroamericano» y del mundo. Fueron días y noches de batalla y vigilia permanentes para la Revolución Bolivariana y su Presidente, protegiendo a sus seguidores y el patrimonio de la nación. Y lo hizo en estrecha alianza cívico-militar para defender su soberanía.

No fue un gobernar fácil. Hubo obstáculos, acciones terroristas, saqueos, guarimbas, campañas de mentiras, sanciones económicas, traiciones, pero nada ni nadie lo hizo retroceder en su lealtad a los principios de construir una Venezuela nueva, una Venezuela potencia, socialista e integracionista, democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural.

Con el pensamiento de Simón Bolívar y Francisco de Miranda, a la cabecera de sus ideales, y con Martí y Fidel —a quien consideró su «padre político», Chávez creció, maduró y forjó sus convicciones de hombre-pueblo por el bien de Venezuela y de la región. Ante los ojos del mundo impulsó y lideró un nuevo ciclo histórico. Un nuevo despertar de unidad.

CHÁVEZ DE MUCHOS

El Comandante eterno de la Revolución Boliviana soñó con niños, niñas, adolescentes y jóvenes, hombres y mujeres de todas las edades, educadas y sanas, y lo logró. Con la ayuda y solidaridad de Cuba, la educación y la salud llegaron a los sitios más intricados e inhóspitos del país-continente. Chávez soñó con desarrollar e impulsar la economía de la nación a niveles nunca visto antes, y lo consiguió, defendiendo siempre los enormes recursos naturales que poseen, como el petróleo. No sin antes convocar a la participación del pueblo, a las mujeres, a las juventudes, a las comunidades, para construir el país que querían y merecían, entre todos.

Chávez vive en todas y cada una de las misiones que creó en las áreas de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología, Social y Familiar, Alimentaria, Habitacional y Planificación Urbana, Minería y Energía, Pueblos y Comunidades Originarios, así como en las de Identificación, Seguridad y Defensa.

Desde el año 2003-2004, en que comenzaron a dar sus primeros pasos estos programas sociales de desarrollo, fueron la niña de sus ojos. No descansó ni un minuto en la expansión y fiscalización de cada una de ellas, para que nadie de los necesitados fuera olvidado. Hoy, el Sistema Nacional de Misiones, oficialmente Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-Misiones «Hugo Chávez», continúa vigentes, se renueva y se multiplica bajo el liderazgo de Maduro, su heredero político.

Pero, el niño de Sabaneta hizo más. Fue por la «Patria Grande» que quería Bolívar.  El sueño del Libertador de América fue la luz que guió e iluminó su voluntad de construir una unidad regional verdadera y duradera. A él le debemos la Unión de Naciones Sudamericanas, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, y PetroCaribe. Y a con Chávez enterramos el ALCA en Mar de Plata, Argentina. Lo hizo todo junto con Fidel. Codo a codo, soñaron, conspiraron y le dieron la bienvenida a estos mecanismos de integración y cooperación, con respeto total a la soberanía y la independencia de los gobiernos y pueblos que los hicieron suyos.

Y con nuestro eterno Comandante en Jefe, en octubre del año 2000, suscribió el Convenio Integral de Cooperación, que este año celebrará su cuarto de siglo, y que, tanto Maduro como el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, asumen como dignos herederos de dos grandes hombres de nuestro tiempo: Fidel y Chávez.

Aunque se sabía enfermo, y así lo compartió con su pueblo y todos los que en el mundo le respetaban, admiraban y querían, su partida física, aquel 5 de marzo de 2013, fue una gran conmoción. A muchos, nos estremeció hasta los tuétanos. Una tristeza indescriptible nos embargó. No pudo ganarle la batalla al cáncer que lo venía afectando desde 2011. Pero, vivió para quedarse entre nosotros. Chávez inspiró e inspira. Lo extrañamos en sus largos programas «Aló, Presidente»; lo extrañamos en sus improvisados actos de convocatoria y celebración desde el balcón de Miraflores, en el Palacio Presidencial o en las tribunas en las cuatro esquinas de Caracas. Nos falta su risa de niño travieso, las jugarretas que le gastó a Fidel, el abrazo apretado a la madre agradecida o el tierno beso al niño que ya sabe leer y escribir, el decir la verdad cueste lo que cueste.

Pero, no se equivocó cuando le puso nombre públicamente a su posible sucesor en caso de que ocurriera algo que, dijo, le inhabilitara para asumir lo que hubiera sido su tercer mandato como Presidente constitucional. Entonces, a todo su pueblo bolivariano y chavista le habló: «Ustedes elijan a Maduro como presidente de la República, se lo pido desde mi corazón». Y ni si pueblo de Maduro lo defraudaron. Ahí están, dando batalla día a día.

Por todo eso, y por mucho, Hugo Rafael Chávez Frías (Sabaneta, 28 de julio de 1954-Caracas, 5 de marzo de 2013), niño, joven, hombre, militar y político, líder, presidente de Venezuela desde 1999 hasta su fallecimiento en 2013, líder y Comandante eternos de la Revolución Bolivariana y su pueblo, hijo y padre ejemplar, ser humano extraordinario e inspirador, vive en nosotros por la verticalidad de su vida y obra, por la vigencia de sus ideales de amor patrio, de independencia y soberanía, de dignidad y unidad, tan necesarios y urgentes hoy, ante la feroz arremetida del mismo enemigo de todos los tiempos, el imperialismo yanqui con apetitos fascista y neocolonizador.

El clamor de su pueblo en mayoría, encabezados hoy con valentía y coraje, por Maduro, acompañado por la solidaridad y el apoyo de tantos hombres y mujeres de bien en este mundo, lo sigue diciendo alto y claro: Chávez vive, Chávez no se va.  Porque desde su siembra en la eternidad, tenemos a Chávez en el corazón.

¡Feliz cumpleaños, Comandante! ¡Hasta la vida siempre! ¡Hasta la victoria siempre!

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