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El Ángel que salvó a Jesús Alejandro

La historia de un niño sometido a una acción quirúrgica por una malformación congénita con apenas seis horas de nacido.

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El Dr. Ángel Camacho Gómez un día abrazó las sendas de la Neurocirugía pediátrica para construir, con el tiempo y mucha dedicación, un aval respetable como profesional y ser humano empeñado en ayudar al prójimo.

Por estos días, junto a su equipo multidisciplinario, cambió el destino del pequeño Jesús Alejandro Rodríguez Espinosa, aquejado de encefalocele o malformación congénita que demandó la intervención inmediata, cuando apenas tenía seis horas de nacido. No había tiempo que perder.

Se activaron las comisiones de Atención al neonato y el niño grave, así como la correspondiente a la Materna Crítica, a fin de comenzar la salvaguarda por la vida. El Dr. Camacho vistió, de nuevo, el atuendo utilizado en el quirófano. Todos los integrantes estaban listos, por lo que se dio la orden de acción operatoria, asumida por profesionales del hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, de Villa Clara.

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Para el doctor Ángel Camacho Gómez el logro es colectivo, máxime en casos tan complejos que no actuarse a tiempo dan al traste con la vida. Su reencuentro con el salón resultó muy emotivo ante el cariño demostrado por sus colegas. (Cortesía: Ángel Camacho)

El tiempo transcurrió bajo el ajetreo típico de un salón. Duró, aproximadamente, una hora, durante la cual se aseguraba el porvenir de un pequeño. «En este caso no resultó necesario abrir el cráneo.

Las malformaciones por defecto del tubo neural forman una especie de bolsa, localizada fuera de la cavidad craneal, unas veces cubierta con piel, como ocurrió en esta ocasión, y otras no. Siempre constituyen procederes muy complejos, porque la cirugía neonatal propiamente lo es, y debe llegarse al orificio, por donde emerge el bolsón desde el cráneo, para ligar las estructuras y retirarlo de una manera muy meticulosa, que no deja de tener sus riesgos», precisó el galeno.

Jesús Alejandro presentaba su anomalía muy cerca de ubicaciones en extremo sensibles del cerebro. El sistema venoso, de romperse, obliga a terminar la cirugía, debido al incontrolable sangrado, por lo que requiere de notoria precisión.

Al niño se le realizaron estudios previos de tomografía axial computarizada (TAC) y existían todos los elementos técnicos para poseer mayor seguridad y conocimiento sobre el sitio por donde brotaba la hernia.

A criterio del Dr. Ángel Camacho no se considera una afección frecuente; sin embargo, durante su estancia en África pudo ganar experiencia. «En nuestro país estamos apoyados por el seguimiento del Programa Materno-Infantil (PAMI) durante la gestación, los estudios de Genética, y todo un mecanismo complementario».

Vale aclarar que determinadas irregularidades de este tipo no se visualizan aun con técnicas sofisticadas, máxime si son pequeñas y aparecen en una zona muy compleja, pero aquí se detectó un aumento del sistema ventricular más grande de lo normal.

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Incisión realizada al pequeño. (Foto: Cortesía del Servicio de Neonatología del Pediátrico villaclareño)

«De no haberse ejecutado la intervención a las seis horas de nacido el neonato hubiera tenido grandes implicaciones para la vida. Llegó al salón con una parte del bolsón muy débil y es por donde pudo romperse, lo que debe impedirse a fin de evitar sepsis (infecciones) en el sistema nervioso central incompatibles para la vida».

— ¿Respecto a las causas?

— Son múltiples, las principales están relacionadas con el necesario consumo de ácido fólico, medicamento importante en la formación del sistema nervioso central del feto y en el cierre del tubo neural. «Hay descritas otras como las radiaciones, el efecto de determinado medicamento, traumatismos, infecciones y dietas alimentarias incorrectas, aunque, a veces, no pueden determinarse por ser de naturaleza multifactorial».

— Martí habló de la utilidad de la virtud ¿La siente Ángel Camacho cuando se habla de la infancia?

— Extremadamente. No hay regocijo más grande que poder hacer algo por un niño.

Dictamen evolutivo

Resulta muy grato escuchar la palabra «favorable» ante casos tan complejos, y es la que pronuncia la Dra. Viridiana Pérez Méndez, del servicio de Neonatología del Pediátrico villaclareño, donde permanece el recién nacido.

«A los tres días de operado —dice— ya abandonó el estado crítico y resulta admirable cómo tolera la vía oral. En tanto, sus parámetros vitales son muy adecuados, recibe la lactancia materna, y los resultados operatorios muestran la excelencia».

Si algo satisface a la Dra. Viridiana es la entrega incondicional del equipo. «Vencer cansancios, preocupaciones personales, dificultades de toda índole, cercos económicos, y carencias a favor de esas criaturas con derecho a la vida».

Por su parte la Dra. Isnayda Izquierdo Milián, subraya que «nuestro servicio incluye estos casos de abordaje quirúrgico, pertenecientes a la región central, desde el 2020. Hasta la fecha se han atendido 15 pequeños con patologías asociadas a la Neurocirugía y la gran mayoría mantiene un seguimiento sin contratiempos».

Pasada la incertidumbre

Ahora el rostro de Elizabeth Espinosa Falcón refleja tranquilidad. Habla pausado y mira a su bebé bajo el instinto de una madre que adora a su primer hijo y quien apenas, con solo 23 años, enfrentó los momentos más duros de su existencia.

Cuando su primogénito fue trasladado al quirófano, ella estaba aún bajo los efectos de la anestesia debido a la cesárea. En medio de la somnolencia los médicos le explicaron la necesidad inmediata de intervenirlo.

«Casi no vi al niño, solo por unos minutos, sin saber lo que pudiera ocurrir, pero algo me decía que estaba en buenas manos y confié mucho en ello y en Dios. Fue un instante en que sentí extremo dolor en el alma. Ese es el recuerdo que tengo de aquel momento».

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Elizabeth Espinosa Falcón, la mamá del pequeño, agradece al grupo médico y paramédico que ha atendido el caso durante todo el proceso, así como al resto de las instituciones y servicios. (Foto: Ricardo R. González)

La residente en Remedios y trabajadora del policlínico de la localidad, alude que en su familia no existen antecedentes similares. Ya a las 22 semanas de gestación las pruebas de ultrasonido revelaron determinadas alteraciones. Los realizados en Santa Clara luego fueron corroborados en La Habana. «Mi embarazo fue normal hasta el tiempo final, en que apareció una preclamsia (presión alta), ello condujo a un ingreso en la Maternidad de Santa Clara durante 21 días, y se decidió la cesárea a las 38 semanas».

Han pasado los malos ratos. El panorama es diferente. Elizabeth contempla a su hijo con toda la plenitud de sus ocho libras y media (3900 g), como para tratar de recuperar aquel momento, pues acabado de nacer no pudo, ni siquiera, darle una caricia.

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Parte de los integrantes del servicio de Neonatología del hospital pediátrico José Luis Miranda que ofrece continuidad al caso. (Foto: Ricardo R. González)

En medio de momentos tan difíciles, siempre contó con el apoyo extraordinario de su familia, de su esposo Luis Alejandro Rodríguez.

Elizabeth quiere agradecer a todo el equipo que ha atendido el caso: neonatólogos, cirujanos, anestesiólogos y a las enfermeras intensivistas. De forma especial a Ángel Camacho, quien llegó para salvarle la vida a su Jesús Alejandro.

Apuntes de interés

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  • El encefalocele es una protrusión o bulto (en forma de saco) formado en la salida del encéfalo y las membranas que lo recubren, a través de una abertura en el cráneo.
  • Se considera un tipo de defecto de nacimiento que afecta el encéfalo, y ocurre cuando el tubo neural no cierra completamente en pleno desarrollo del embarazo.
  • La abertura surge en algún punto a lo largo del centro del cráneo, entre la nariz y la nuca, más frecuentemente detrás de la cabeza, la parte de arriba de esta, o entre la frente y la nariz.
  • De acuerdo con las investigaciones foráneas la incidencia es de, aproximadamente, un caso por cada 5000 a 10 000 recién nacidos vivos, con predominio del sexo femenino.

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