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Sobre la libertad de mostrar

censura

Es el pezón femenino el que ofende, el que escandaliza, el que avergüenza. Es el que motiva ahora mismo encendidas discusiones. En muchas de las redes sociales se puede mostrar el seno completo desnudo, si se tapa o se desdibuja el pezón. Y colectivos completos de mujeres protestan porque los hombres también tienen pezón, y obviamente, el de ellos no es objeto de censura.

Por supuesto que es un problema cultural. Los senos femeninos (las tetas, para decirlo coloquialmente) son hace mucho tiempo un emblemático símbolo sexual. Y en ámbitos más o menos conservadores, en aras de la decencia y el pudor, se sigue tendiendo un lienzo sobre esas desnudeces.

Es la versión moderna de la célebre hoja de parra con la que ciertas autoridades eclesiásticas hicieron cubrir hace siglos los genitales de las esculturas de los grandes maestros renacentistas. Para no ofender, para no incitar al pecado.

Pero los tiempos de Instagram y Facebook son de decidida y hasta descarada incitación. Y en esos espacios virtuales son admisibles expresiones francamente pornográficas (y no sólo desde el punto de vista sexual)… siempre y cuando se veten determinadas puntos de la anatomía humana. Visiones completas del erotismo (por muy inspiradas que sean e independientemente de su vuelo estético) están excluidas.

De la misma manera, la normalización del llamado topless femenino, que muchas mujeres reivindican como pleno derecho, encuentra en las redes sociales y, por supuesto, en numerosos espacios de la vida pública, obstáculos que parecen ahora mismo insalvables… en franca desventaja ante la extendida libertad de los hombres de mostrarse con el torso desnudo.

Hay mucho de moralina en este asunto, porque lo que piden muchas activistas no es que se permita que las mujeres anden desnudas de cintura para arriba en todas partes y en todas las circunstancias, sino sencillamente en los lugares y momentos en que los mismos hombres pueden hacerlo y lo hacen sin que a nadie le parezca extraño.

No se trata de ir a una recepción exhibiendo pecho, pero parece discriminatorio, por ejemplo, que en una playa una mujer no pueda tomar el sol sin sostenes. Y que para escapar de las lógicas del logaritmo, siempre deba pixelar los pezones en cualquier foto de Instagram… salvo cuando se hable de lactancia materna o de cáncer de mama. 

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