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¿Cómo surgieron las parrandas de Caibarién?

parrandas caibarien cuba 2017 1 1

¿Sabes cómo surgió la más añeja tradición cangrejera?

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Nunca pensaron los muchachos convocados por el fraile Francisquito para despertar al vecindario en los inicios del siglo XIX que los ruidos de sus fotutos, matracas, güiros y latas llenas de piedra repicarían más allá de su Remedios natal.
Aquello de multiplicar bulla cada madrugada del 24 de diciembre para llamar a las Misas de Aguinaldo fue cogido “con gusto” y ya por el año 1871 los barrios de “San Salvador” y “El Carmen” alborotaban las calles remedianas con faroles y “coroneles” de papel.
Después, llegarían las polkas compuestas por Laudelino Quintero y Perico Morales, los trabajos de Plaza, los voladores, las carrozas… todo un mar de pueblo bailando, cantando y disfrutando al compás de la algarabía de los tambores.
Por ello, no es de extrañar que la popularidad de estos festejos se divulgara por los territorios vecinos de la octava villa y que Caibarién, dada su cercanía, fuera una de las más antiguas en adoptar este tipo de fiestas tradicionales.
Así, al decir de varios investigadores, surgieron las parrandas en la ciudad de la costa centro norte de Cuba sin tener en cuenta el motivo religioso de la predecesora.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, muchas hipótesis tejen el origen de la más añeja tradición cangrejera, de cuya primera manifestación, el 24 de diciembre de 1892, se tiene noticia gracias a la prensa de la época.
Una arcaica teoría atribuye la génesis a la costumbre de los pescadores de armarse con objetos ruidosos e instrumentos, a la más típica usanza de los remedianos, en sus salidas tempranas en busca de pescado fresco.
Creencia que juzgamos ingenua, pues estos hechos no pasan de ser un divertimento pasajero sin connotaciones superiores. No localizamos aquí un superobjetivo como en aquellos jóvenes guiados por el monje para incitar a las Misas.
Por otra parte, Las Fiestas Cívicas, realizadas los días 7 y 8 de diciembre de 1884, constituyen otra posible causa, debido a que toman en su concepción los elementos festivos de la parranda remediana y los desfiles religiosos de España.
Pero, a pesar de ello, no fueron el motor impulsor porque su trasfondo era eminentemente político y no popular. Los organizadores tenían el propósito de crear una atmósfera de armonía entre metrópoli y colonia para mantener la paz aparentemente alcanzada al terminar la Guerra de los Diez Años.
Y como habían sido sembradas, carentes de una intención artística y mucho menos folclórica, Las Fiestas Cívicas no encontraron raíces aquí.
Además, otra afirmación descarta esta suposición. Antonio Lecuona en la revista Villablanca en febrero de 1958 dice que aún no se celebraban para esa fecha en la localidad los jolgorios de la Loma y de la Marina, lo que niega toda relación entre estas prácticas.
En el mismo artículo, el periodista asevera categóricamente que las jaranas cangrejeras aparecieron por iniciativa del alcalde Damián Judes.
Visto así, tal parece que por decreto el alcalde dio la voz fundacional; pero, en realidad, la inspiración vino de Enrique Pardo, quien con un grupo de amigos creó un grupo musical para ganarse unos centavos por los barrios y al ser detenido dijo que parte del dinero lo iba a invertir en concebir una parranda como las de Remedios.
Por supuesto, Damián Judes las apoyó con gran interés económico, pues estas significaban una inversión segura y un atractivo suficiente para fomentar una afluencia de turistas, principalmente nacional, la cual proporcionaba un incremento de riquezas al comercio local, cuyo monto se le comparó, varias veces, con el de una zafra.
Al principio, cada 24 de diciembre, los cangrejeros arrollaban con la conga rodeando el parque La Libertad y haciendo alarde de pirotecnia. Al toque de un cencerro, la gente sacaba las mejores galas e iba a disfrutar del lechón asado entre sorbos de sidra y jerez.
Y aunque la fecha ha cambiado al transcurrir los años, con la finalidad de no coincidir con las de la octava villa, aún hoy las pañoletas azul y roja ondean con el gallo y el ancla delante, cantando aquellas tonadas coreadas en tiempos pretéritos: “Pa´ ya los lomeros, pa´ ya, pa´ ya los marineros, pa´ ya. Que salte un guapo que sea marinero o lomero, que salte un guapo. Yo vivo en el agua, como el camarón, y a nadie le importa como vivo yo.

Imagen: Archivo CMHS.

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