Aborto adolescente en Cuba: pistas para entender el fenómeno
La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) constituye un derecho en la Cuba de hoy, garantizado a través del acceso gratuito y seguro a centros donde se realiza
Había escuchado, sí. Había oído mucho de regulaciones, legrados y unas pastillitas mágicas. Cuando descubrió su embarazo, Claudia* no lo podía creer. Juraría que se había protegido, pero aquello que siempre había sido un miedo se convirtió en realidad. Los anticonceptivos fallan ¿quién lo diría? Nadie explica cómo usarlos y menos aún su margen de error.
La solución era clara, y el aborto gratuito. Con 16 años, ni se planteaba otra opción; para ella no había otra opción. Su madre, de acuerdo con ella, pone en marcha sus habilidades para averiguar: debían conocer cada paso, cómo proceder. A pesar de que se hablaba del aborto, desconocían a ciencia cierta sus vías.
A las 5 de la mañana, llegaron a la primera consulta. Ahí le indicaron análisis y, en la segunda, le dijeron qué método emplearían. Tenía apenas cinco semanas, lo lógico era que le ordenaran la regulación menstrual, pero al tener solo 16 años le comentaron que esperara un poco para una interrupción medicamentosa. Y así fue.
¿CÓMO FUNCIONA HOY EL ABORTO EN CUBA?
La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) constituye un derecho en la Cuba de hoy, garantizado a través del acceso gratuito y seguro a centros donde se realiza. Como tal, tiene una cadena de pasos a seguir para preservar la integridad física y mental de la embarazada. Por problemas contextuales, no suelen andarse todos los peldaños y, en muchas ocasiones, las pacientes ante la urgencia del procedimiento omiten la cadena.
Si una persona descubre que está embarazada y no desea continuar con la gestación, debe acudir a su centro de atención primaria de salud donde se le explican los riesgos de la intervención: perforación del útero; que se le queden restos ovulares; trastornos menstruales posregulación menstrual (casi siempre sucede); sepsis; que la regulación no sea efectiva.
Luego, la paciente debe firmar un consentimiento informado que demuestre su pleno permiso a que se le realice el proceso. En el caso del aborto adolescente, en edad menor a 19 años, las pacientes deben presentar el permiso de su madre, padre o tutor/tutora legal. El paso siguiente es la orientación de análisis que incluyen: ultrasonido, exudado vaginal, los complementarios de sangre, la prueba del VIH-SIDA y la serología para comprobar el nivel de anticuerpos en el organismo.
En las adolescentes, el aborto tiene los mismos riesgos que en el resto de las edades, pero se agravan por la falta de madurez biológica en los organismos de tan temprana edad: el útero y el cuello pueden ser más pequeños lo cual dificulta la instrumentación, poniendo en riesgo a la paciente.
Frank Fernández, subdirector del Hospital Ginecobstétrico “América Arias” o Maternidad de Línea de La Habana, asegura que los casos adolescentes son más frecuentes de lo deseado y ante esto intentan que la interrupción se realice mediante el método medicamentoso con las tabletas de Misoprostol: por ser el menos invasivos de los tres procederes.
Las opciones metodológicas para abortar comprenden la interrupción inducida por tabletas, por regulación menstrual y quirúrgico. El empleo y aplicación de uno u otro depende, exclusivamente, de lo que considere el especialista, aunque cada uno responde a un momento distinto de la gestación.
En el caso de la interrupción del embarazo por regulación menstrual, se aplica cuando han pasado menos de seis semanas de la última menstruación. Consiste en un proceso de alrededor de dos o tres minutos donde el especialista realiza la evacuación del contenido del útero en las mujeres sin anestesia y de forma ambulatoria. La recuperación suele ser muy rápida.
La interrupción medicamentosa mediante las tabletas de Misoprostol tiende a ser la opción principal a día de hoy, tanto para adolescentes como para cualquier persona que desea realizarse una IVE, dice Jaime Saavedra Sánchez, ginecólogo y jefe del Servicio de Aborto en el Hospital Maternidad de Línea. Se emplea cuando han pasado más de seis semanas desde la última menstruación y consiste en la introducción en la vagina de dos tabletas y, posteriormente, pasadas algunas horas, la aplicación de otras dos tabletas de forma sublingual.
Por otro lado, la intervención quirúrgica pasa a ser la última opción que se maneja por el personal de salud, debido a que esta requiere de la suministración de anestesia general. Después de la aplicación de los procedimientos las personas que fueron sometidas a ellos, debe realizarse un ultrasonido para comprobar la efectividad y la ausencia de restos. Las indicaciones del Ministerio de Salud Pública de la República de Cuba (MINSAP) rigen que las mujeres ―en lo adelante― deben mantener la visita asidua a los departamentos de planificación familiar o a su consultorio médico para analizar el método anticonceptivo que tomarán. Pero esto muy pocas veces sucede, ya sea por la ausencia de anticonceptivos o por la falta de interés en ellos.
LOS RIESGOS SILENCIOSOS
El aborto tiene de los peligros que nadie habla o que muchas personas prefieren ignorar. Además de los riesgos físicos y a corto plazo que puede desatar este tipo de intervenciones en el organismo, también existen riesgos convertidos en consecuencias a largo plazo.
El MINSAP entiende que en cada consulta sobre interrupción del embarazo debe estar presente un grupo multidisciplinar compuesto por: especialista de medicina interna, especialista en psicología, una enfermera o un enfermero y un especialista en ginecología. “El equipo estuvo instituido un tiempo, pero luego de la pandemia, las diferentes carencias y la confianza en el proceso avalada por los resultados hasta el momento: no existe ese grupo multidisciplinar a día de hoy”, explica la enfermera* a cargo de las regulaciones menstruales en el policlínico Luis Pasteur, lugar donde se realizan las regulaciones menstruales en el municipio capitalino Diez de Octubre.
Asimismo, en el hospital materno antes mencionado no existe ningún tipo de acompañamientos psicológico a las pacientes y los médicos a cargo no lo consideran necesario. En ese sentido, resulta inquietante que los especialistas desconozcan la importancia de ese componente en el procedimiento de las mujeres en general y de las adolescentes en particular.
El personal de salud está acostumbrado a realizar este tipo de prácticas, lo que lleva a una despersonalización en el trato con las pacientes. Además, al referirse a ellas las hacen responsables absolutas del embarazo, por ejemplo, utilizando la frase: “ella se embarazó” u otro tipo de comentarios que, en el fondo, denotan violencia. Estos tratos inconscientes pueden tener una incidencia negativa en el bienestar psicológico de las pacientes.
Por otro lado, las IVE pueden tener consecuencias a largo plazo sobre todo cuando se realizan en edades adolescentes. En el reportaje Interrupción del embarazo: La hora de las decisiones, elaborado por Laura Serguera y publicado en la Revista Alma Mater a inicios de este año, la periodista refiere que según el doctor Alejando J. Velazco Boza, profesor auxiliar de la Universidad Médica de La Habana: “más del 70% de las mujeres que acuden a una consulta de infertilidad tienen como antecedente uno o más abortos durante la adolescencia o su etapa de adulta joven”.
APROXIMACIONES LEGALES
El aborto, un procedimiento tan antiguo como la humanidad misma, ha transitado por las diferentes sociedades y sistemas de producción. De ahí que la realidad social haya influido en su progreso ―de pena capital, reclusión, homicidio voluntario, 20 años de prisión a un derecho de las mujeres gestantes―.
Desde el punto de vista legal, el aborto dejó de ser un crimen en Cuba desde la aprobación del Código de Defensa Civil de 1936 (vigente hasta 1979). Dicha legislación aprobaba las interrupciones voluntarias de embarazo si pretendía salvar la vida de la madre o evitar daños de salud; si la embarazada hubiera sido violada y si existían posibilidades de transmitir enfermedades hereditarias o contagiosas.
Luego de 1959, se convirtió en una práctica ilegal y se prohibió su proceder en instituciones sanitarias del Ministerio de Salud Pública. No obstante, el año 1965 marcó un parteaguas en el contexto nacional en torno al asunto: Cuba fue el primer país latinoamericano en despenalizar el aborto.
De manera progresiva, se crearon las condiciones y la base legal para interrumpir embarazos en los centros del sistema nacional del MINSAP. El entrenamiento y autorización de algunos médicos para las interrupciones fue fundamental para reducir una serie de complicaciones y las muertes asociadas al procedimiento en sí mismo.
El cambio político con respecto al tema respondió al derecho a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, con el correspondiente acceso de las gestantes a la IVE. Desde luego, es la mujer quien decide sobre su cuerpo y si llevará a feliz término su embarazo.
Aunque a día de hoy las IVE no se circunscriben a una ley propia ―necesaria para fortalecer y asegurar esta conquista social frente a grupos de representantes del conservadurismo o el fundamentalismo―, hay que reconocer su carácter legal. Este se expresa una vez que el Código Penal aborda, como parte del título dedicado a los delitos contra la vida y la integridad corporal, en qué condiciones el aborto constituye un delito y debe ser sancionable:
- Si se efectúa por lucro;
- si se lleva a cabo sin el consentimiento de la mujer gestante, y
- si se ejecuta fuera de las instituciones de salud o lo realiza alguien desvinculado de la medicina.
Mientras, la Resolución Ministerial №24 del 2013 del MINSAP también legitima el procedimiento. La disposición legal regula su puesta en práctica de acuerdo con el tiempo de gestación (se realiza sin restricciones hasta las 12 semanas de edad gestacional, con la excepción de extender el tiempo hasta la semana 26 ante malformaciones fetales). Además, explica los métodos a tener en cuenta una vez superado el primer trimestre de embarazo.
Más allá de un aseguramiento legal, que contemple cuestiones específicas de las IVE, es imprescindible implementar/chequear protocolos y procedimientos más efectivos. Hay que reconocer a cada paciente como figura protagonista del proceso. Eso implica un acompañamiento transdisciplinar en pos de proteger la salud, no solo física de las mujeres.
SITUACIÓN ACTUAL DEL ABORTO
Los temas relacionados con la fecundidad y el aborto forman parte de las agendas política, pública y, a veces, también la mediática desde hace algunos años. Desde esta última, en muchas ocasiones, se analiza la variable demográfica de forma errónea debido a una revisión acrítica y descontextualizada de los números que reflejan tendencias, ascensos, descensos y pueden ser vitales para concientizar a la sociedad.
Un ejemplo de ello lo tenemos en un trabajo publicado en agosto de este año por el periódico Granma bajo el título El aborto en Cuba y el derecho a decidir. En la publicación periodística, las autoras establecen una comparación desacertada del comportamiento de la variable fecundidad ―la cual se calcula por la cantidad de nacidos por cada mil mujeres en edades entre 12 y 49 años― y las cifras de los abortos y regulaciones menstruales. Con estas últimas cifras, aseveran “una cierta disminución de la tendencia” de IVE por cada mil mujeres utilizando los números de los años 1985, 1990, 2015, 2020.
Si bien es cierto que las IVE disminuyeron de forma gradual en esos años, también lo hicieron los números de la fecundidad general; por tanto, no pueden analizarse como cifras separadas. Por otro lado, los datos de abortos en los años 2020 y 2021 tampoco pueden ser referencias a la hora de hablar de un descenso o mantenimiento. Hay que tener en cuenta que en esos años el confinamiento significó una disminución de encuentros sexuales, de embarazos de forma general y, por tanto, de abortos.
Aun así, el personal del policlínico Luis Pasteur aseguró que no notaron una disminución del número de pacientes que acudía a realizarse la IVE en el tiempo pandémico. Pero, aunque los centros de salud que atienen a un número ínfimo de 10 personas al día no notaran cambios significativos necesitamos hacer una revisión más precisa.
Entonces, para tener una visión clarificadora del fenómeno con los datos citados en el trabajo periodístico tendríamos que establecer la relación entre fecundidad y aborto. Lo haremos según el Anuario Estadístico de Salud del MINSAP de este año. El análisis lo enfocamos en los años de este siglo quedando tal relación: la fecundidad en 2015 fue de 45,1 y la de aborto de 30, ambas por cada mil mujeres; en 2020 la fecundidad fue de 41,5 y la de aborto de 22, 1; y en 2021 la fecundidad fue de 39,9 y el aborto de 18,9.
La situación actual del aborto en Cuba no demuestra índices de diferencia a la de años anteriores. Este elemento sigue estando presente en el escenario social y constituye una preocupación desde los marcos políticos. En la reciente actualización de la política nacional de dinámica demográfica, discutida esta semana durante el décimo Periodo Ordinario de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su novena legislatura, figuran como temas claves: la estimulación a la fecundidad en busca del reemplazo generacional ante el decrecimiento natural de la población cubana y la atención a la fecundidad adolescente.
EL COMPORTAMIENTO EN EDADES ADOLESCENTES
El mismo hilo de pensamiento del trabajo periodístico es el que ha conducido a que ― popularmente― se comente que existe un descenso de la fecundidad y aborto adolescente en los últimos años. Ciertamente tal idea solo constituye un mito porque la representatividad de ambos elementos en la dinámica demográfica cubana actual no dejan de ser alarmantes.
La falta de anticonceptivos o la intermitencia de disponibilidades de estos; la falta de una educación sexual y reproductiva consciente y actual; así como la ―muchas veces― dejación social de responsabilidades al varón, se traducen en que la fecundidad adolescente sea una constante alarma en nuestro país.
Según la última actualización del Anuario Demográfico de la ONEI, en 2015 el comportamiento de la fecundidad adolescente del grupo de personas entre 15 y 19 años, incluidas las menores de 15, fue de 52, 5. En el año 2019 fue de 52, 3 y en el 2021 fue de 49,2. Estas cifras demuestran que ha existido una tendencia a la baja en la fecundidad adolescente en Cuba.
El anómalo año 2021 contiene los rezagos del periodo pandémico, pero incluso con ese elemento de antesala, la fecundidad adolescente en cuanto a la fecundidad en general de todos los grupos etarios ha ganado presencia. Lo que significa que, si bien existe una tendencia decreciente de la fecundidad en Cuba, dentro de esta, la adolescente no disminuye, sino que gana peso en comparación con la general, representando casi más del 17 %.
El aborto en edades adolescentes ―como se mencionaba anteriormente― es un riesgo mayor por la débil formación del aparato reproductor femenino. Según el artículo Caracterización demográfica de las edades jóvenes en Cuba de Matilde Molina, publicado en la revista Novedades en población en noviembre del año en curso, en las edades adolescentes comprendidas entre 12 y 19 años el número de abortos superó el número de nacidos vivos. Según Molina, la IVE en adolescentes constituye la cuarta parte de los abortos generales, lo que demuestra que las mujeres en ese grupo etario están regulando su fecundidad a través de las interrupciones a sus embarazos.
Otro elemento que no logra evitar la incidencia de este fenómeno lo constituye la construcción de políticas nacionales, que no disciernen del comportamiento por provincias, ni por zonas urbanas ni rurales cuando a la vista saltan las claras diferencias. El comportamiento del embarazo adolescente por regiones tiene un carácter heterogéneo: en el oriente del país se ha mostrado desde el 1990 superior al de la capital, mientras que en el occidente y centro del país las cifras son equiparables a las de Cuba en su conjunto.
Según Molina, las provincias de mayor fecundidad adolescente en 2021 fueron Granma, Las Tunas y Guantánamo. Sin embargo, según el artículo, se comienza a observar un ascenso de la fecundidad adolescente en las zonas urbanas, pero tales diferencias regionales ameritan tratos y políticas más específicas.
“La fecundidad adolescente representa un problema social. Expresa las desigualdades y heterogeneidad territoriales, las brechas de género y la no efectividad de algunos programas y políticas relacionadas con la salud sexual y reproductiva en la adolescencia, como, por ejemplo, el deficiente control del riesgo reproductivo preconcepcional en estas edades”, sentencian Eida Rosa Mariño y María Marlén Ávalos González en el artículo Impacto del embarazo en la adolescencia en un grupo básico de trabajo en la atención primaria de salud, publicado en la Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología en el año 2020.
*Las personas citadas prefirieron que sus nombres no quedaran recogidos en el trabajo