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La Patria en nosotros (+Video)

La Bandera cubana junto a una palma real en el cementerio de Santa Efigenia, en Santiago de Cuba.

Muchos caminos tiene el ser humano como parte del libre albedrío que acompaña a su existencia, aunque es innegable que su entorno y las circunstancias que le rodean, ejercen influencia en el «cómo»» o el «por qué»», cada persona determina los rumbos de su vida.

A medida que pasan los años, adquirimos la capacidad de decisión, de discernimiento, porque con la madurez llegan también la seguridad y los pasos más firmes en la edificación de nuestro destino, en la definición del hombre o mujer en quien queremos convertirnos.

Dada nuestra condición de seres sociales, todo ello acontece a la par de un proceso de apropiación de ideales, de conductas que también engranan en el comportamiento colectivo, de principios que abrazamos, de valores que crecen y se fortifican, en la medida en que los consideremos imprescindibles para edificar nuestra personalidad.

Por eso, hay en cada uno de nosotros una simbiosis innegable entre el individuo y el ser social, sobre todo, si en ese entorno macro existen, para cada uno, sin distinción: respeto, esperanza, dignidad y garantía de futuro. Cuando esas condiciones se conjugan, vienen con ellas el orgullo de ser parte de lo justo, de aquello que ennoblece, y de contribuir, desde el más humilde esfuerzo personal, a la preservación de tan invaluables privilegios.

Y si hemos aprendido a ser cabales, nuestra postura será siempre constructiva, sin vendas en los ojos, para reparar a tiempo lo que pueda en ese entorno agrietarse, porque sabemos que vale la pena, y que toda obra humana es perfectible; porque reconocemos que las manchas no son suficientes para empañar tanta luz y, por ende, nos negamos de manera rotunda a dejar de alimentar a la redentora llama que nos provee de ella.

Crece entonces el compromiso individual con aquello que es, a la vez, de todos, y el deseo de defenderlo se convierte en herencia, en tradición, porque ese manto que nos abraza y dignifica se llama Patria, nuestra Patria, y la historia de los lazos que nos unen a ella habla de reciprocidad, porque tanto ha sido lo que hemos entregado como lo que ella nos ha devuelto.

Es precisamente ahí, en ese espacio íntimo de diálogo con la conciencia propia, en la definición de aquello a lo que no estamos dispuestos a renunciar, donde se erige nuestro «¡Patria o Muerte! Porque un cubano de verdad, de corazón, no es nada sin su patria; porque sin ella, aun respirando, estará muerto; por eso prefiere dar primero su vida antes de permitir que alguien la veje o irrespete, porque más allá de la dureza de los tiempos y de los obstáculos que pongan a prueba sus convicciones, la verá siempre como ara y, nunca, como maltrecho e indigno pedestal.

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