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Para buenas cosechas en la espiritualidad

Los resultados del trabajo político ideológico no son pasivos, sino que determinan la vida material

Las intervenciones en el X Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba merecen un cuidadoso estudio por cuanto constituyen guías para la acción, y una de ellas es la del científico Yuri Valdés Balbín sobre las premisas de primer orden en el trabajo político-ideológico.

Cuando se refirió «a hacer las cosas bien en medio de la complejidad», lo hizo con sentido del momento en que se vive, y partió de identificar lo complicado que están el país y cada una de las personas en un contexto de todo tipo de carencias materiales.

No cabe en tal situación el lujo de que algo se ejecute mal, pues la vida está demostrando que ello significa, además de perder tiempo, desaprovechar oportunidades de alcanzar resultados que alivien alguna penuria o solucionen total o parcialmente un problema.

Por eso, el miembro del Comité Central enfatizó: «Tenemos que lograr concentrarnos en los resultados. El resultado es la clave». Nótese que lo califica de clave, lo que está dado porque no solo hay que cumplir, sino lograr calidad y aprovechamiento máximo de los recursos.

Victoria engendra victorias, y si en el actual momento en que el mundo está convulso y las hostilidades hacia Cuba están a la orden del día en la Casa Blanca, acumulamos un avance tras otro, será cimiento material para desarrollar el trabajo político ideológico.

Alcanzar resultados positivos contribuirá a atraer personas, sin desconocer que los ejemplos personales también son fuertes motivaciones, sobre todo, si se integran correctamente a la formación patriótica y revolucionaria.

Al respecto, Valdés Balbín consideró que «mientras más gente participe, mejor salen las cosas», lo cual es avalado por la experiencia de la Revolución, cuya historia demuestra, que los resultados son superiores porque uno de los factores que impulsan la masividad, es la unidad.

En su intervención defendió que «para participar, primero hay que abrazar las metas, los cómo», sin los cuales no se puede despertar ningún interés por incorporarse a las acciones, más cuando se desarrollan en un escenario muy adverso.

Tan importantes son definir y dar a conocer las metas, que el enemigo trata de confundir y tergiversar para hacer creer que son promesas; y si no se cumplen, entonces tildar al gobierno de mentiroso, pero si se realizan, guardan silencio.

También el trabajo político ideológico debe tener la premisa de no solo comunicar a todos la decisión del cómo alcanzar las metas, sino también promover la participación de las mayorías en aportar ideas y emprender acciones que lleven a conseguir los objetivos.

Valdés Balbín hizo hincapié en el municipio como un escenario por excelencia, «la base», para el despliegue de un buen trabajo político-ideológico, y ello implica no sólo la labor en el campo de la espiritualidad, sino también en múltiples sentidos.

La municipalidad tiene que ganar mucho más en autonomía, allí las estructuras de dirección deben hacer gala de capacidad de gestión para avanzar con recursos propios usados con decisiones también autóctonas ante cada problema que se presente.

Estos no son aquellos tiempos en que al hacer trabajo político ideológico los argumentos para explicar la Revolución se completaban con invitar a mirar significativas obras económicas y sociales que sobre todo se levantaban por doquier en los años 80 del siglo pasado.

Como nunca, hay la espiritualidad debe ser tratada de modo tal que no sea pasiva, sino también revele su esencia activa, al ser una fuerza política e ideológica que motive, estimule a la unidad de una masa creciente que de manera consciente construya el socialismo en las presentes condiciones cubanas.

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