De su pueblo, el tributo al Apóstol, que es fuego que no se apaga

Así fue el acto nacional que recordó los 130 años de la caída en combate del Apóstol, impecable y emotivo, encabezado por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; por el miembro del Buró Político y secretario de Organización, Roberto Morales Ojeda, por autoridades locales y el pueblo.
Entre tanta vida y color, en la misma naturaleza y bajo el mismo sol que iluminó el rostro del hombre bueno al caer, una idea fue recurrente: Esto era lo que él quería; más allá de todo matiz incómodo, de cualquier dolor, de todo cuanto pueda faltar, era esto –la alegría, la hermandad y la libertad– justamente lo que desvelaba al hombre a quien los mambises descalzos empezaron a llamar Presidente, de tan solo escucharle su voz como de abrazo.
Así empezó este lunes la intensa y clarísima mañana en Dos Ríos. Si él hubiera visto estos instantes del Himno Nacional cantado con orgullo y sin miedo; si hubiera visto cómo recordamos lo que dijo: «jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza».
«No estamos aquí para evocar un pasado estático», expresó Danhiz Díaz Pereira, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y presidente del Movimiento Juvenil Martiano. «Martí nos enseñó que cada cubano merece respeto».
En referencia al Maestro, afirmó que él «es el fuego que nos quema cuando flaqueamos», y que la resistencia de ahora es el reflejo del espíritu martiano.
«Hermanas y hermanos de esta Cuba heroica», comenzó su discurso la primera secretaria del Comité Provincial del Partido en Granma, Yudelkis Ortiz Barceló, quien, en una encendida, bella y patriótica intervención, habló sobre la «perpetuidad martiana» que nació justamente de la caída del hombre excepcional.
No estamos ante un simple recuerdo, estamos ante un fuego que no se apaga. De tal modo, la dirigente partidista afirmó que, «de cara al sol» –esa frase martiana– significa entre cubanos vivir con dignidad, abrazar el futuro y hacerlo sin miedos, no claudicar. «En cada cubano que resiste con dignidad, ahí está Martí».